Colotto, Guardado y un endeble rival fueron suficientes para que el Dépor alcance un liderato que vale su peso en oro. Si el objetivo fuera el juego, habría que centrarse en que Oltra no estuvo a la altura del nivel de sus futbolistas, que salió con trivote para propiciar un partido cerrado y se encontró con un Huesca que llegó mucho (aunque mal, fruto de su ínfima calidad), que Laure fue una calamidad y que si el Dépor tuviera un delantero de verdad habría certificado la victoria sin mayores sufrimientos. Pero el objetivo es el ascenso y mientras otros como el Hércules atraviesan una cuesta abajo peligrosa, los blanquiazules están en racha.
La situación no puede ser más ventajosa. Los rivales titubean en juego y en resultados. Y el Dépor cada vez lo hace menos en el marcador.
En lo individual, lo de Colotto es digno de una tesis doctoral. Todos saben que él es la referencia de la estrategia. Conocen sus habilidades en el segundo palo y en el centro, pero no hay equipo capaz de contrarrestarlo. A ello, ayer añadió autoridad defensiva. Por su parte, el mexicano se está resarciendo de sus decepciones pasadas con un compromiso extraordinario y una calidad que abusa en esta Segunda División.