El día que a Riazor se le rompió el alma

Pedro José Barreiros Pereira
pedro barreiros A CORUÑA / LA VOZ

VIGO

29 sep 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Pasaron diez años, pero aún duele verlo. El 30 de septiembre del 2001, en un Dépor-Celta, un escalofrío recorrió Riazor. En una de las imágenes más dramáticas que se recuerdan en el fútbol español, Manuel Pablo se rompió la tibia y el peroné de su pierna derecha tras un fortísimo encontronazo con Giovanella. El lateral recibió un pase de Molina e hizo un control orientado para emprender la carrera, pero se adelantó en exceso el balón y llegó al cruce el mediocentro céltico. El choque se tornó brutal y el deportivista salió por los aires después de que su pierna quedase trabada bajo el cuerpo del rival. Allí se hicieron añicos los sueños de grandeza de un jugador al que muchos señalaban, con 25 años, como el mejor lateral diestro de Europa y al que se le auguraba un multimillonario contrato en el Madrid y una plaza fija en el Mundial. Lo que los médicos apuntaban como una lesión que podría apartarlo ocho meses de los campos se convirtió en más de dos años de amistosos, apariciones intermitentes y búsqueda de la confianza perdida.

Pero el tiempo acabó por darle la razón. Ahora tiene 35 años y el pasado enero se convirtió en el tercer deportivista con más partidos en Primera [acabó la temporada con 317], solo por detrás de Fran (435) y Mauro Silva (365). En una entrevista concedida entonces, señalaba: «Demostré que podía volver a ser el de antes. Lógicamente, estar un año parado es el peor momento. Sobre todo los primeros meses, que no compartes casi vestuario con los compañeros. Fue difícil de llevar. Pero también me supuso muchas cosas positivas: me llegaron muchísimas cartas de aficionados, que aún guardo en Las Palmas, ramos de flores... Vi todo el cariño que me tenía la gente. Y también está la gente que se desvive por ti, que trabaja contigo, para que te recuperes. Pasó aquello y demostré que podía».

Accidente

Desde Brasil, donde trabaja como director deportivo del Lajeadense, el club de su ciudad, tras retirarse del fútbol profesional en el 2008 con la camiseta del Coruxo, Giovanella recuerda perfectamente un lance que también marcó su carrera. «Marcó en aquel momento, pero fue un accidente de trabajo. Una jugada en la que normalmente no sucede nada, pero infelizmente le corté la trayectoria que iba teniendo. Iba muy bien y se la interrumpí», repetía ayer, con la voz aún entrecortada, antes de añadir: «Lo mejor es verlo aún hoy jugando [en realidad, Manuel Pablo sufre actualmente una lesión muscular que le ha impedido participar en los tres últimos partidos de Liga] y que aquello se quedó en un capítulo de su historia que se cerró cuando volvió a jugar».

Mientras el deportivista gemía de dolor en el suelo y se sujetaba con las dos manos su maltrecha pierna, el céltico lloraba sin encontrar consuelo: «Nadie desea a ningún compañero que le suceda algo así, y yo menos, que siempre he tratado de ser lo más honrado posible, pero me dolió muchísimo y eso nunca se olvida. Estará en mi memoria siempre. ¿Y si el portero no le hubiera dado el pase? ¿Y si yo no hubiera ido a por ese balón? ¿Y si me hubiera frenado?». El propio Manuel Pablo, que pasó 16 días hospitalizado, se preguntaba después: «¿Pero a dónde iba yo a por ese balón?».