Misión cumplida. El Octavio regresa entre los grandes del balonmano un año después de abandonar la Asobal. Dos jornadas antes de acabar la liga, el equipo vigués ha consumado el ascenso tras una temporada redonda en la que no ha dejado escapar ni un solo punto en los partidos de casa.
Ayer no fue una excepción. Hacía falta como mínimo un empate para lograr matemáticamente el primer puesto y no fue coser un cantar, como se podía presumir. Pero si algo tiene el equipo que dirige Quique Domínguez es que siempre saca sus mejores virtudes en las situaciones más adversas.
A poco más de veinte minutos para el final el Barakaldo se ponía tres arriba (17-20), y a partir de ahí despertó el enorme potencial dormido de los vigueses. Comandados por la inspiración de Polakovic y el gran papel de los normalmente actores secundarios Maciel y Barisic, e incluso el recién llegado Pablo Domínguez, el equipo se fue arriba y acabó venciendo de forma contundente.
El Octavio tuvo que levantarse tras la expulsión justo antes del descanso de Edu Moledo, que se unía a las bajas de los lesionados Cerillo y Cerqueira. Han sido el mejor equipo.
Parciales: 4-2, 7-5, 8-10, 11-12, 14-13, 17-16 (descanso); 17-19, 21-22, 24-23, 28-24, 32-28 y 37-31.
Árbitros: Hermoso y Miranda. Mostraron tarjeta roja a Edu Moledo en el minuto 28 por una acción antideportiva. Excluyeron a Mikalauskas (2), Barisic, Pablo Domínguez; Jaito (2), Sagasti y Oier.
Incidencias: Partido disputado en el pabellón de As Travesas ante unos mil quinientos aficionados.
Xavi, Moledo (1), Nando (3), Fran (7, 3p), Montávez (2), Polakovic (8), Frade (2); Maciel (p.s.), Mikalauskas, Ruesga, Cacheda (4), Macías, Barisic (6), Domínguez (4).
Urretxa, Portuondo (4), Paña (1), González (1), Muñoz (3), Jaito (6), Boban; Llamazares (p.s.), Sagasti, Porras (2), Oier (6, 1p), Jon Ortuondo (8).