Un implante que ayer fue madera

David Suárez Alonso
david suárez VIGO / LA VOZ

VIGO

La Universidad desarrolla cerámicas de origen vegetal para mejorar la integración ósea

14 abr 2011 . Actualizado a las 13:31 h.

Cerámica bioinspirada. Para muchos estas dos palabras no significarán nada, pero pueden ser parte del futuro de la biomedicina. Un trozo de madera o un alga se puede convertir ya en un implante, como el que se coloca entre vértebras cuando se detecta una hernia discal. La clave está en que se consigue un material poroso en el que los tejidos no solo se regeneran de forma natural a su alrededor, sino también en su parte interior. Es el carbono de silicio biomórfico.

El grupo de Nuevos Materiales de la Universidad de Vigo lleva años trabajando en proyectos para mejorar la integración ósea de los implantes. Su línea más novedosa plantea sustituir el titanio, metal que más se usa actualmente, por un material de origen vegetal y que también emplea la NASA por ser ligero y resistir muy bien las altas temperaturas. La creación de esta cerámica bioinspirada comienza quemando las piezas de madera o las algas. «El carbón mantiene la estructura original y la interconectividad», explica la investigadora Miriam López Álvarez. Esa estructura se conserva también cuando se introduce en un horno con silicio, tras el cual se consiguen los implantes.

Pruebas

En los ensayos se ha comprobado que el tejido óseo consigue penetrar los implantes hechos con este tipo de materiales. «Ya no es un ente extraño, se integra», dicen. El sistema se ha probado en conejos sin rechazo y con mejores resultados de integración que un implante clásico.

Ahora están cerrando colaboraciones con los servicios de traumatología de los complejos hospitalarios de Santiago y Vigo para realizar ensayos clínicos con humanos. Aún así, el director del grupo, Pío González, estima que faltan «como mínimo dos décadas» para su implantación definitiva.

Mientras tanto, en el laboratorio contiguo, Bárbara Cochón e Iago Pereira trabajan con un láser pulsado para mejorar los recubrimientos de las actuales piezas de titanio. Tiene una aplicabilidad más próxima y que también podría mejorar la integración de los implantes. El suyo también es un trabajo muy laborioso, ya que para conseguir unas 10 piezas del tamaño de una pastilla pueden tardar tres horas. «Los profesores no podemos dedicar ese tiempo y de ahí la figura del becario», indica Julia Serra, otra de las integrantes del grupo. Se consideran pocos y eso que ex miembros siguen colaborando por amor al arte.