El recolector de nubes

VIGO

06 feb 2009 . Actualizado a las 12:55 h.

En un arrebato, Vitrasa prohibió esta semana un anuncio que decía: «Probablemente los dioses no existan, pero la cultura gallega sí». La máxima publicitaba la revista Retranca, una joya del humor y del entusiasmo que dirige el admirado Kiko da Silva. «No sabíamos que había tantas suspicacias con los politeístas», declaró con ironía el dibujante, tras conocer la decisión de la empresa de transportes.

Por fortuna, la estupidez fue medianamente transitoria. Y la compañía ha decidido aceptar el anuncio, aunque con una corrección: Donde decía «dioses» dirá ahora «Zeus».

La pretendida solución no podemos calificarla de imbécil. Es sabido que esta palabra proviene de «in baculum» y se refiere a quienes cometen errores de juventud, etapa caracterizada por no llevar bastón. Sin embargo, resulta obvio que el responsable de toda esta astracanada precisa de algún tipo de ayuda que, aunque no sea en forma de cachaba en la que apoyarse, sí al menos sea la de un palo de ciego con el que intuir mínimamente la realidad sin hacer esta clase de ridículos.

La prohibición del primer mensaje, con su alusión a los dioses, ya era absurda. Pero la solución es una auténtica «jaimitada». Pretender que Zeus, dios del Olimpo, tiene menos paralelismos con los creyentes de hoy es ser muy ignorante. De hecho, la fórmula «Dios Padre», que se repite una y otra vez en la liturgia católica, es una traducción directa de «Zeu pater» (en latín), atributo habitual del Señor del Rayo.

Cambiar «dioses» por «Zeus», trasladado a las actuales creencias, sería cambiar a los santos -cada uno abogado de una especialidad, como sus antecesores griegos y romanos- por el mismo Dios, lo que, como solución, resulta bastante estrambótica.

Por otra parte, no se entiende que haya prejuicios morales en defender a los «dioses» y no los haya con Zeus. Yo mismo, no siendo creyente, siento una formidable admiración por «El recolector de nubes», que así lo llamaban, y encuentro en la mitología clásica más consuelo y entretenimiento que en muchas homilías que me veo obligado a escuchar, porque vivo junto a la iglesia de Fátima, y me las pone el cura a toda pastilla por los altavoces.

Mientras celebro la publicidad gratuita que recibe Retranca, quiero expresar mi más enérgica protesta. No estoy de acuerdo con lo que sostiene mi compañía de transportes, que antes era neutra y no defendía nada, sino que sólo publicitaba lo que le mandaban.

Ahora, por el contrario, Vitrasa dice que Zeus no existe. Yo digo que sí. Y que mandará un rayo fulminante a esos directivos que lo niegan, entretenidos en mitologías mientras sus autobuses llegan tarde o se obliga a miles de pensionistas a hacer colas kilométricas en la Porta do Sol, única oficina habilitada para renovar el carné. Eso sí que clama al cielo. Al cielo de Zeus Olímpico, precisamente.