La Esperanza bate todos los récords

Cándida Pena redac.vigo@lavoz.es

VIGO

25 ene 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Buena muestra de que no corren buenos tiempos es que ayer el comedor de la Esperanza, de la calle San Francisco, batió todos los récords. Las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul pusieron mantel y mesa para 130 comensales. «¡Fuera de serie!», comentaba la expresiva sor Milagros de la Fuente, responsable del comedor. También los voluntarios habituales se incrementaron para prestar la mejor atención. Los usuarios estaban encantados. Por la tarde tuvo lugar una cita muy especial: la reunión de varios de los voluntarios que han venido echando una mano en las instalaciones. Querían conocerse y cambiar impresiones en torno a un chocolate con churros, que acabó siendo una merienda en toda regla, como no podía ser menos. Entre las personas que prestan su ayuda en el comedor de la Esperanza figuran amas de casa, funcionarias, y algún que otro periodista. En ocasiones acuden alumnas de distintos colegios vigueses como las Carmelitas. Es extraño que el que va alguna vez no repita. El lema de sor Milagros es «ven y verás». Lo que más le gusta de este mundo es ver a los usuarios del comedor repetir plato. Eso la llena de satisfacción, igual que ver a los voluntarios trabajar en el comedor sin esperar nada a cambio. A la hora de mirar por los necesitados la religiosa no tiene pelos en la lengua. Lo desmostraba esta misma semana durante la visita de una política local. Sor Milagros aprovechó la ocasión para exclamar: «¡Albergue, albergue, albergue!» y urgir a la creación de un centro de acogida en la ciudad «que no esté lejos». Está acostumbrada a no perder el tiempo y a llamar a las cosas por su nombre. Así, tambien aprovechó la ocasión para hacer una llamada a las jóvenes que quieran dedicar su vida a los demás, como hace su congregación, siempre prestando ayuda a las personas más necesitadas y con menos recursos. Un peluquero amigo de artistas. Una vida dedicada a la peluquería da para mucho, hasta para hacerse con una importante colección de recuerdos y obras de artistas. Y si no, que se lo pregunten a Manuel Carnero Pazos, Agapito, que tiene abierta una exposición en el Museo Manuel Torres de Marín, su tierra natal, que ocupa cuatro salas del centro. En ella figuran regalos de sus amigos artistas durante su actividad profesional desarrollada mayoritariamente en Vigo, donde reside, aunque ya está jubilado. Desde una foto dedicada de Laxeiro, hasta varias obras de Colmeiro, Álex Vázquez, Xío, Lodeiro, Amelia Vázquez, Herrero, Montes, Goibar -que tiene una sala completa dedicada a sus obras-, Fernando Pérez -«tío político del ex presidente del Gobierno, Adolfo Suárez»-, Freixanes o Fernando Quesada, entre otros. También figuran unos versos de Carlos Oroza y un autorretrato de Xosé Guillermo con el peluquero cortándole el pelo, «realizado a través del espejo en la peluquería Ucha, frente al Mercantil, la más antigua de Vigo», dice Carnero. Algunos de ellos estuvieron arropándole en la inauguración de la muestra, que permanecerá abierta hasta el 10 de febrero, e incluso aportaron algunas obras, aunque la mayoría son los regalos de peluquero. El peluquero nació en la Banda do Río de Marín, en 1940, y se crió en la praza da Veiguiña, de la citada villa, hasta su adolescencia. Precisamente allí fue donde abrió su primera peluquería, con tan solo 16 años, establecimiento que luego traspasó, en el año 1958, y que estuvo funcionando hasta hace poco.

De esa época conserva el sillón, de porcelana y cromado comprado en Vigo y que se lo pidieron para recrear la barbería en la serie de la TVG, Terras de Miranda. Por supuesto que el sillón también se exhibe en la exposición. Pero sus comienzos en el mundo de la barbería datan de mediados del pasado siglo, en el año 50, siendo todavía un niño, con 10 años. «Me acuerdo de la fecha porque se disputaba el Mundial de Fútbol de Río de Janeiro y muchos venían a escuchar los partidos a la peluquería y se montaban tertulias. La radio nos la traía un señor que se llamaba Rivadulla, que tenía un taller de bicicletas frente a la peluquería, que estaba en la entonces casa sindical». Era la peluquería de José Pedrouso Garrido.