Y Patxi se comió un chuletón

Soledad Antón soledad.anton@lavoz.es

VIGO

15 mar 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Llegó ayer a Vigo el superviviente más televisivo de la ciudad. Sí, Patxi Salinas. Su mujer, Alazne fue, por expreso deseo de los interesados, su único y mejor comité de recibimiento. Una vez en casa (¡hogar, dulce hogar!) empezó la sinfonía de teléfono. «No ha parado de sonar», dice. Y lo que le queda. Dos meses sin hablar con familiares ni amigos es demasiado tiempo.

Aunque físicamente ha aterrizado una parte de Patxi sigue en la nube. «Ha sido una experiencia dura, durísima, pero maravillosa», repite. Cuando le pregunto qué ha sido lo peor de todo, duda. Ha tenido que haber muchos peores. Al final se decanta por el hambre. «Es una sensación muy difícil de explicar si no se ha vivido. Llegué a pasar prácticamente quince días sin probar bocado». Así no es de extrañar que, igual que sus compañeros de aventura, haya terminado por meter entre pecho y espalda las cosas más inverosímiles, desde erizos crudos a cactus, pasando por todo tipo de bichería, algas, lagartijas... En fin, delicatessen en estado puro.

Tal vez por eso ayer prefirió no escuchar al sentido común que en casos como estos recomienda recuperar a los poquitos la alimentación normal y a la hora de la comida se lanzó en plancha a por un chuletón con ensalada. Para la cena tenía reservado otro capricho no menos llamativo: huevos fritos con chorizo. Menos mal que los de Bilbao pueden con todo.

Bueno, con casi todo. Y es que la dureza que ha demostrado en Honduras se troca en mantequilla cuando explica que sabía que Vigo no le iba a fallar, pero que nunca imaginó una entrega como la que ahora sabe que ha suscitado su causa. Le brillan los ojos cuando dice que nunca podrá pagar con nada tanta generosidad. «Me siento en deuda con mucha gente». Lo cierto es que está preparando una cena para volver a encontrarse con los amigos y, sobre todo, para darles las gracias. Mientras ese día llega solo quiere una cosa: estar con su mujer y sus hijos y contarles todo lo que ha vivido. Y lo que ha soñado. Es natural.

Hacía 19 años que Beny Fernández no se subía a un coche de carreras. El pasado día 4 volvió a hacerlo y, según cuentan los que le conocen bien, ha sido como chutarse una inyección de adrenalina. Es como andar en bicicleta, cuando uno ha sido capaz de sentir que las revoluciones del corazón van parejas a las del motor ya no se olvida. «Está feliz. Parece un niño con zapatos nuevos», afirma uno de los muchos amigos que el jueves asistieron en Lugo a la presentación en sociedad de Beny, su inseparable José Luis Sala en el papel de copiloto, el Porsche 911 RSR con el que regresan a los circuitos... y, claro, el resto del equipo Nupel, incluidos los Vallejo.

La elección de la plaza luguesa de Santa María para el fiestorro, que reunió a más de 800 personas, se debe a la particular querencia que siente por la ciudad Jorge Dorribo, el hombre que, además de aportar ilusión y dinero, fue capaz de embarcar a Beny Fernández en esta nueva aventura que acaba de empezar. En realidad empezará el próximo día 29 de marzo en Villajoyosa con la primera carrera del Campeonato de España de Rally de Clásicos.

Tal es la expectación que en el mundo del motor ha suscitado el regreso del panadero volador, nombre de guerra que seguro recordarán bien sus fieles, que para entrevistarse expresamente con él viajó hasta Lugo el presidente de la Federación Nacional, Carlos Gracia. Lo he dicho muchas veces, pero lo repetiré una vez más: estamos rodeados de hombres y mujeres excepcionales a los que, precisamente por tener tan cerca, no valoramos como se merecen. Pues eso.

El de Fernando Alonso. Es lo que han decidido hacer en la pastelería El Trigal. Cándido Durán, el propietario, fiel a una tradición de muchos años, ha elaborado un macromona de chocolate que, también como es habitual, terminará troceada el domingo de Pascua para repartirla entre los clientes.

Jesús Veiga, el maestro pastelero, ha buscado inspiración en el mundo del motor. En concreto ha realizado un calco a tamaño real en chocolate del nuevo Renault de Alonso. Cuenta que para darle forma ha necesitado 250 kilos de chocolate, diez días de trabajo y, sobre todo, «muchísimos caballos de cariño e ilusión». Con que el piloto aporte las mismas dosis en los circuitos, subir al podio será pan comido. Uff. Bautismo termal. Si existe un lugar en el mundo mundial que no puede pasar por alto una celebración como la del Día Mundial del Agua es el Balneario de Mondariz. ¿Y qué fue lo que se les ocurrió a las mentes pensantes de la casa? Pues una idea con futuro. Invitar a 135 alumnos, tantos como años hace que se inauguraron las instalaciones, de seis colegios de la provincia a descubrir los encantos del complejo termal.

Los chavales recibieron una clase magistral sobre el ciclo del agua. Les contaron, entre otras cosas, que las famosas fuentes de Gándara y Troncoso se nutren de la lluvia de los felices años 20, que ha permanecido en los acuíferos desde entonces para brotar ahora con todos los minerales que las hacen únicas. Todo muy interesante, pero el momento más esperado era el de zambullirse en las piscinas del Palacio del Agua. Y lo demostraron con 135 sonrisas de oreja a oreja, amén de con un pensamiento fijo: Repetir.