La Mirilla
18 abr 2007 . Actualizado a las 07:00 h.Todo Vigo (y parte del resto de Galicia) se dio ayer cita en la Casa das Artes. Pocas veces una exposición suscitó tal interés. Claro que no todos los días se tiene la oportunidad de contemplar la obra de Tamara de Lempicka. De hecho, es la primera vez que se organiza una muestra suya en España. Detrás de la iniciativa, surgida el pasado julio casi por casualidad (como suele ocurrir en estos casos), está la Fundación Caixa Galicia. Hasta Vigo viajaron ayer algunos de los coleccionistas (todos quieren permanecer en el anonimato) que han prestado buena parte del medio centenar de pinturas que se exponen. No hubo forma de traer las que cuelgan en los salones de Madonna, Donna Karan o Jack Nicholson, entre otros. Con tal motivo, no hubo una disculpa para invitarlos. Ellos se lo pierden. Tampoco está el supuesto retrato (nunca llegó a confirmarse su existencia) de Alfonso XIII. Lo que sí parece confirmado es que realizaron juntos un viaje por La Mancha y que años después, ya durante el exilio del Rey, se reencontraron en Roma. Con todo, una de las visitas más esperadas es la de Victoria de Lempicka, nieta de Tamara. Ésta reside a caballo entre Houston y Buenos Aires pero, en cuanto se enteró de la existencia de la exposición, mostró su interés por venir a Vigo. Y aquí estará dentro de unas semanas. Tal interés no es gratuito, sino doblemente sentimental. Primero, porque es muy difícil, por no decir imposible, ver de una tacada tanta pintura de su antecesora junta pero, sobre todo, porque quiere conocer la tierra de la familia de su marido. Sí, porque los abuelos de éste forman parte de esa abultada nómina de gallegos que un día zarparon desde la Estación Marítima con rumbo a tierras argentinas. Allí nacieron sus hijos y allí recibieron, igual que más tarde su nieto, su dosis de morriña en vena. La casualidad ha hecho que, muchos años después, Vigo se convierta en el nexo de unión otrora impensable. Es donde, llegada la hora de los discursos, afirmó Corina Porro que está Vigo gracias a esta exposición. Y de donde no va a salir nunca más, añadió, gracias al trabajo, callado pero eficaz, que están haciendo instituciones, empresas y particulares. Las palabras de la alcaldesa sonaron más veraces que nunca después de que el comisario de la muestra, Emmanuel Breon, afirmara sólo dos minutos antes que ni Londres, ni París ni Viena (ciudades que programaron en su día una muestra de Lempicka) estuvieron a la altura de Vigo. No menos contundente estuvo el director general de Caixa Galicia, José Luis Méndez, quien no sólo subrayó que la ciudad va a ser centro de atención de la actualidad artística, sino que es objetivo preferente de su vivero de planes. En definitiva, que la elección de Vigo no ha sido coyuntural, sino una prueba del compromiso que están dispuestos a adquirir; «que hemos adquirido ya», dijo. Hay casi tres meses para admirar la obra de Lempicka, pese a lo cual la inauguración reunió a cientos de personas. Allí estaban gentes del mundo de la empresa, la política, la cultura... Entre otros, Alfonso Paz Andrade, Iñaki Martínez, José Enrique Pereira, Lola Galovart, María Xosé Queizán, Manolo Rodríguez, Antón Pulido, Rita Regojo, Juan Martínez, Lalo Vázquez Gil, Flor Hidalgo, Alicia Garrido, Antonio Salgueiro... Y Henri Leal, éste llegado expresamente desde París, pudo comprobar que, en efecto, en la exposición se habían incluido los bocetos de un famoso traje que diseñó para Tamara. El traje en cuestión tiene su historia, ya que en realidad es uno, pero son catorce. Fueron los que le pidió al entonces diseñador de Carven (en diferentes telas, eso sí) para un lujoso viaje a bordo del France en 1962. Una frase suya al regreso de aquel viaje puede dar una idea de cómo era. «Aparte de mí y de Dalí, nada interesante», contestó cuando le preguntaron qué tal había resultado el viaje.