Mirando «parriba»

VIGO

Reportaje | Detalles cotidianos La ciudad esconde visiones que pasan desapercibidas para el ciudadano estresado

22 feb 2006 . Actualizado a las 06:00 h.

?na ciudad, cualquier ciudad, Vigo, ofrece tantos paisajes como miradas se pueden realizar sobre ella. Un paseo sosegado por cualquier calle de nuestra ciudad puede convertirse en una continua sorpresa, siempre que el interesado camine con la cabeza dispuesta a lanzar la mirada hacia cualquier punto de su alrededor. Por ejemplo, y ciñéndonos al mismísimo centro, en la Porta do Sol, en el edificio de la Farmacia Borrajo, que todavía aloja una bala disparada el 21 de julio de 1936, hay una galería de madera blanca y de cristal que podría estar ubicada en cualquier pueblo de Galicia interesado por proteger su imagen. El posmoderno Sireno de Leiro no le quita el ojo de encima. Si tomamos la dirección de la calle del Príncipe, ya es necesario gozar de unas cervicales en condiciones porque lo bueno está arriba. Empezamos eligiendo el edificio que hoy en día acoge a Los Telares. En su fachada encontramos las dos primeras esculturas que abornan la calle. Mercurio a un lado, representando al comercio, y Vulcano, personificando a la industria, flanquean el edificio que en la actualidad ha sido totalmente rehabilitado. Las anécdotas de este edificio no se limitan a la fachada principesca, y en la correspondiente a Policarpo Sanz nos deja más escenas de mitología pero en formato alicatado. En su parte superior, volvemos a encontrar a Mercurio junto al mar. A media fachada, a ambos lados de la actual cristalera, se abren dos pequeños mosaicos floreados que le dan color al gris piedra. Este edificio podría ser obra de Jenaro de la Fuente Álvarez. Las escenas alicatadas aparecen con frecuencia tanto en el eclecticismo como en el modernismo. En Vigo, sin ser algo mayoritario, sí hay ejemplos similares en el edificio Mülder, (el del huevo, en Montero Ríos), o el de Saturnino García (esquina Plaza de Compostela con García Olloqui). Camilo Nogueira Retomemos el paseo por la calle del Príncipe y las esculturas. Camilo Nogueira Martínez dejó ejemplos escultóricos en esta céntrica calle. Una de ellas se sitúa en el remate del edificio Cortefiel, obra del arquitecto Antonio Cominges. Su contemplación es difícil. Pero el recorrido atento también deja curiosidades carentes de belleza, o con una estética descuidad, como es el rincón difícilmente clasificable que se abre en Velázquez Moreno, sobre la entrada del garaje vecino a La Viuda. Más abajo, el edificio del Banco de Galicia también aporta una joya poco conocida. En la fachada lateral que da a la calle Velázquez Moreno, presenta una galería de cristal e hierro, además restaurada, que ofrece el verdadero aspecto que concibió Pacewicz, el arquitecto responsable de su diseño. Estos son sólo una mínima parte de los ejemplos que cualquier persona puede observar si camina sin prisa y con la mirada dispuesta por cualquier calle de Vigo.