Reportaje | Historia local El alumbrado público abastecido con corriente eléctrica fue estrenado en la ciudad el 22 de diciembre del 1896, en la Porta do Sol y la plaza de la Constitución
14 ene 2006 . Actualizado a las 06:00 h.El alcalde accidental Luis Ozores fue el encargado de accionar el mecanismo que estrenó la luz eléctrica en algunas calles de la ciudad de Vigo. Era 22 de diciembre de 1896. Atrás quedaba la oscuridad nocturna, la brea, el aceite y el gas como materias primas combustibles para el alumbrado público. También quedaban atrás los viajes que realizaban muchos vigueses a la capital de la provincia para admirar el prodigio de la electricidad que, desde 1888, iluminaba las noches pontevedresas. Sin embargo, el resplandor eléctrico había llegado antes a Vigo, aunque de forma individualizada. Ocurrió en 1880. El empresario y a la sazón alcalde Antonio López de Neira adquirió en París una lámpara de calcio, comercializada con el nombre de Luz Drummond. Era el inventó de un escocés llamado Thomas Drummond, y lograba su objetivo al dirigir un chorro de hidrógeno y oxígeno líquido sobre una esfera de cal viva incandescente. La luz así obtenida, muy viva, se utilizó para hacer señales en los barcos pero también para el alumbrado público. Y para eso la empleó López de Neira. Impacto en la ciudadanía En la procesión del Cristo de la Victoria de 1880, el empresario y político instaló el mencionado farol en el balcón de su casa y el impacto que ocasionó entre sus conciudadanos fue tan intenso que hubo que repetirlo en los años posteriores. Incluso, tal como reseña el historiador José María Álvarez Blázquez en su libro La ciudad y los días , el aparato fue cedido temporalmente a la Exposición Regional de Pontevedra. Más adelante, en el año 1884, una empresa francesa llamada Sociedad para el Alumbrado y la Calefacción de las ciudades de Coruña y Vigo fue elegida para asumir el servicio de la iluminación pública y privada con gas. Para ello emplearon 300 faroles, situados a 35 metros de distancia entre ellos, en las calles principales de la ciudad. Se encendían media hora después de la puesta de sol y se apagaban media hora antes de la salida del sol, aunque algunos puntos de luz se apagaban a partir de la media noche, e incluso durante las noches de luna llena. La compañía tuvo que construir su fábrica de gas en la calle Teófilo Llorente. El éxito del gas fue importante y, además del ayuntamiento, numerosos particulares suscribieron contratos con la compañía para que les proporcionara luz a sus viviendas. El precio del metro cúbico era de 45 céntimos para los particulares, 30 para el Concello y 3,5 céntimos para el consumo público, según el cronista vigués Álvarez Blázquez. Sin embargo, mientras Vigo acostumbraba su visión nocturna a la luz de gas, Nueva York ya llevaba dos años experimentando las virtudes de la luz eléctrica. Con el paso del tiempo y la instalación del alumbrado público eléctrico en Pontevedra, la compañía del gas de Vigo inició su transformación para adaptarse a los avances técnicos. Montó una fábrica con dos motores de 20 caballos que accionaban sendas dinamos de corriente continua de 250 voltios y 120 amperios. Llega la luz Se instalaron lámparas de prueba en la Porta do Sol, en la plaza de la Constitución y en el propio edificio de la compañía. El acto inaugural llegó el 22 de diciembre de 1896, siendo alcalde Astray Caneda. Mientras José María Álvarez Blázquez afirma en su libro La ciudad y los días que fue Astray Caneda el encargado de accionar el sistema de iluminación, el ejemplar del Faro del día siguiente dice que el encargado fue el alcalde accidental, Luis Ozores. Los tres focos instalados en la Porta do Sol y otro más que se ubicó en la plaza de la Constitución comenzaron a iluminar la noche viguesa desde aquel mismo día. Muchos de los datos que se incluyen en este reportaje han sido extraídos del archivo personal de Gerardo González Martín.