El artista Íñigo Royo reflexiona sobre la impotencia de la imagen que no explica nada
10 ene 2003 . Actualizado a las 06:00 h.El fotógrafo es como el Coyote que persigue a Correcaminos El artista vasco Iñigo Royo ha desarrollado una curiosa teoría a propósito de la fotografía que ha plasmado en la exposición que ayer inauguró en la galería Bacelos. Según este creador que trabaja en diferentes proyectos relacionados con la imagen (fotografía, instalación, vídeo y cine), «la característica principal de la imagen, a la que se le da tanta importancia, es su incapacidad, su impotencia y el síntoma de nuestro paulatino empobrecimiento». Una de las tres series que presenta utiliza la música de los dibujos animados de El Coyote como metáfora del fotógrafo. Para Royo, el fotógrafo es el Coyote, el que se pasa la vida corriendo detrás de algo que siempre se le escapa, como el escurridizo y veloz Correcaminos. Los pies de foto demuestran que una imagen no sirve para explicar nada La serie aludida se titula Naturaleza de El Coyote o la animosa lectura en orden alfabético y bajo la tenue luz de una bombilla de 60 watios, de los pies de foto hallados en los periódicos que durante las últimas semanas se han ido acumulando en mi casa . «Esa sucesión de pies de foto que tratan de hablar de la realidad que se nos escapa demuestran que una imagen no explica nada», concluye el autor. ¿Entonces qué hago yo aquí? Ante tan dura conclusión, tanto nosotros como él nos preguntamos porqué hace fotos. Así es. Royo se cuestiona qué imágenes puede hacer un tipo que no tiene porqué hacerlas en un mundo plagado de ellas. «Pero ante la imposibilidad de dejar de hacerlas, lo que intento es plantear cuáles pueden tener sentido. Vila Matas dice en su última obra que el escritor escribe para saber qué es la literatura. Pues yo creo imágenes para saber qué son». La importancia de los títulos y del humor Parece evidente que a Íñigo Royo no le cuesta bautizar sus obras como a los artistas que optan por el socorrido Sin título . «También lo he hecho, pero pienso que los títulos ayudan mucho. Te ubican. Sin una idea clara del título no puedo empezar a trabajar. Me pone nervioso», aclara. Otra de las series la ha llamado Donde se cuenta lo que en ellas se ve. Seis fotografías y un epílogo . Sobre una pared, el autor ha escrito con tiza fragmentos de El Quijote , que ha redescubierto después de años sufriendo el mismo síndrome que miles de escolares españoles que lo aborrecieron como lectura obligatoria. El tercero de los trabajos que presenta en la galería viguesa es un vídeo de 75 minutos de duración y sorprendente título, por su parquedad: Providencia. El artista residente en Tudela, que no estudio Bellas Artes, sino psicología, cuenta que es una obra realizada en colaboración con José Luis Arautegui que versa sobre el lenguaje. «Una noche, un personaje proyecta imágenes al vacío que ni él ni el espectador pueden ver. El protagonista es el encargado de describirlas desde una sucesión de puntos de vista». De esta forma resume la videocreación que, como en el caso de las anteriores series, forma parte del trabajo realizado con la concesión de una beca otorgada por la Fundación Botín. El humor también impregna su labor creativa. «Siempre hay una porción de humor y de juego en todo lo que hago. Los artistas se ponen demasiado serios».