Así es Kevin Sánchez: el gol del Deportivo juvenil llegado desde Burgos, en honor a Pontedeume

Iván Antelo A CORUÑA

CANTERA

MARCOS MÍGUEZ

Con siete tantos en 375 minutos y solo 17 años, lidera a la nueva generación y es el segundo artillero de todo el fútbol juvenil español: «Tiene la portería entre ceja y ceja»

15 oct 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

«Ya de pequeño, él tenía muy claro en lo que era bueno. Él sabía que sobresalía yendo al espacio y lo explotaba al máximo. Tenía condiciones para hacer filigranas, pero él no las hacía. Solo iba a lo útil. ‘Si esto se me da bien, para qué voy a perder el tiempo en lucirme con ruletas o no sé qué', debía pensar. Él no. Solo tenía la portería entre ceja y ceja y hasta metía goles de cabeza, siendo infantil de primer año y sin ser muy alto. Marcaba por el puro instinto de estar vivo. Lo vi anotar hasta de puntera. Es pura efectividad. Si un día marcaba un gol, pero fallaba tres oportunidades, ya no lo veías contento. También es exigente y ambicioso».

La descripción la hace el entrenador burgalés Borja Sandino y el jugador del que habla es Kevin Sánchez Rey (Burgos, 2005), el delantero de moda en la División de Honor juvenil. El ariete del Deportivo suma siete tantos en cinco encuentros (375 minutos) y es uno de los jugadores de todo el fútbol juvenil español con mejor coeficiente goleador (en pugna con Pau Sans, del Zaragoza —7 tantos en 4 duelos— y Pablo Martínez, del Tomares —8 en 6—).

Kevin se formó en el Burgos y Sandino fue el técnico que más le marcó futbolísticamente. «Cuando me dijeron que iba a ser el entrenador del equipo infantil, fui a ver a los alevines, que iban a jugar la final del campeonato de Castilla y León contra el Valladolid. Fui a ver lo que había y me quedé maravillado con Kevin, que marcó dos goles en aquel encuentro. Uno con la izquierda y otro con la derecha. Y eso a mí ya me pareció espectacular para un niño de 11 o 12 años», recuerda Sandino. «En su primera temporada como infantil lo tuve jugando con niños un año mayores que él y luego, al siguiente, como capitán», añade.

«Él ya era entonces un miniprofesional. Recuerdo que en los viajes le ponía vídeos sobre fundamentos tácticos y me pedía más. Él demandaba más información. El segundo año, él se frustraba un poco porque veía que había compañeros que no estaban solo al fútbol. Que si en los viajes andaban con el Instagram mirando chicas... Y eso Kevin lo llevaba mal. Que el resto no se tomara el fútbol tan en serio como él», señala.

El Dépor lo firmó en el verano del 2019. «A mí a veces me venía el coordinador a avisar de que venían ojeadores del Alavés y del Valladolid a verlo. Yo ahí ya percibía que lo querían. Del Dépor no tuve conocimiento, la verdad. Se debió fraguar al término de la temporada. Alguna vez lo hablé con él: ‘Aquí no vas a ser mejor por quedarte ni por irte. Debes valorarlo tú. Qué te dan, los estudios...' . Pero claro, no es lo mismo que te venga cualquier equipo que lo haga el Dépor, Atlético o Villarreal. Ahí no hay mucho que pensar. Y más cuando luego su madre me contó que en A Coruña le ponían una residencia y apostaban por él», destaca su extécnico en el Burgos.

El Dépor ha apostado fuerte por él y de hecho, en mayo, le firmó un contrato profesional hasta el año 2025. «Lo vivió con muchísima ilusión. Tiene especial obsesión por triunfar en el Deportivo. Es difícil entenderlo desde fuera, pero él dice que es porque su abuelo era gallego, de Pontedeume, y siempre tiró por el blanquiazul. Además él dice que se lo debe al club que fue el que lo acogió y el que confió en él. Tiene en la cabeza que el Dépor es donde tiene que prosperar. Aún viendo que el primer equipo no ascendió, sigue ilusionado y tiene mucha confianza en el club», destaca Nuria Monterroso, la madre de su novia.

«Tranquilo, sensato y maduro»

«Es un niño muy tranquilo, muy sensato y muy maduro para su edad. Solo piensa en alimentarse bien y en descansar para prepararse bien para los partidos. Es un niño muy familiar. Lo que más me sorprende es que ni piensa en salir por ahí de fiesta ni nada, como muchos jóvenes. Es muy responsable. Sabe cuál es su objetivo y a dónde quiere llegar», destaca Monterroso.

Una visión que concuerda con la de Sandino: «Era ya muy maduro siendo infantil. Pero no solo de fútbol. Recuerdo tener hasta conversaciones políticas con él durante algún viaje de autobús. Ya de aquella [con 13 años] era capaz de razonar y de debatir con argumentos. Le veías una madurez emocional que luego se manifiesta en el campo».

«Y luego era muy humilde. Era el primero que iba a buscar a los balones o en recoger el material al acabar el entrenamiento. Muchas veces los mejores jugadores son los más dejados en ese sentido y quizás los entrenadores se lo consentimos. Pero Kevin no. Luego no sabes si va a llegar o no, pero ya ves cosas diferentes en él», agrega Sandino.

A Kevin no se le sube el éxito a la cabeza. Ni siquiera, tras marcar 4 goles en 25 minutos el pasado sábado. «Estaba contento, pero hicimos vida normal igual», dice Monterroso. «Me dijo: ‘Como solo jugué veinte minutitos voy a ir al gimnasio'. Otro igual se enfadaría con el entrenador por no ponerlo y estaría con la rabieta. Él no es así», añade Sandino.