Si tienen que venir problemas para el Dépor, que vengan ahora

Paco Liaño

TORRE DE MARATHÓN

César Quian

28 oct 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

No ha pasado un mes desde que todo era maravilloso en el Deportivo, los fichajes de verano deslumbraban y el entrenador daba siempre con la tecla desde el banquillo. Todo parece haber quedado ya atrás, en esa dinámica tan peligrosa que prescinde de los términos medios. En mi opinión, si el equipo debía atravesar un bache, mejor que los problemas lleguen a estas alturas. Y no hay duda de que han llegado.

El punto de inflexión que aprecio es la baja de Ximo Navarro, que desencadenó una serie de modificaciones con las que se desorganizó el entramado defensivo; especialmente, en su parte central. Chirriaron algunas decisiones, como ver a David Mella ejerciendo de lateral durante muchos minutos en Santander.

A estas alturas, todo el mundo parece bajo sospecha. Quizá, con la excepción de Germán Parreño, a quien no se puede responsabilizar de ningún tanto de los encajados, aporta seguridad y salida de balón y deja un par de intervenciones salvadoras por encuentro. A partir de ahí, encuentro alguna sensación positiva en partidos desalentadores como el del Valladolid. Lucas Noubi, por ejemplo, no me disgustó. El belga merece la misma paciencia que Dani Barcia, porque comparten la condición de jóvenes valores.

En este último choque de Riazor, el rival dejó una lección: la categoría exige ser más cancheros. Saber cuándo hacer una falta o dejar un agarrón que entorpezca las transiciones sin incurrir siquiera en infracción.

Confío en Antonio Hidalgo y su condición de exfutbolista para lograr que el vestuario no se le vaya de las manos en los momentos difíciles e ir reconduciendo la situación. Especialmente, los casos más complicados, como el de Yeremay.

El canario representa bien esa dificultad general para asimilar tanto cambio de rol y está apagado, incapaz de contagiar su habitual alegría en el campo. Sigue explotando sus condiciones diferenciales, pero lo hace a rachas y sin el brillo habitual. Por delante, Samuele Mulattieri también parece haber bajado algo los brazos. Veo en él a un muy buen delantero a quien le han sentado mal las ocasiones de gol perdidas y el paso por el banquillo.

Pero, volviendo a la necesidad de relativizar, esas oportunidades siguen llegando incluso en días malos. Volverán a entrar y hay tiempo de sobra para rectificar.