Las imágenes de todo el sábado en A Coruña dan ya la vuelta al mundo. Sobre todo, las de una afición zarandeada desde todos los lados por errores y desafíos de sus presidentes, agravios de las instituciones como el reciente caso Fuenlabrada, decisiones arbitrales y de comités que nadie comprende.... Una afición que llenó las calles, los alrededores del estadio, los bares, las plazas y las gradas de Riazor con una pasión ejemplar. No faltó un grito de apoyo, pero nadie lamentó la más mínima salida de tono.
La afición goleó, otra vez.
Y el resto fallaron, otra vez.
La fiesta, como dijo Arsenio, nos la quitaron de los fuciños.
Nos la quitó Borja Jiménez, con decisiones que nadie entiende. Consiguió lo imposible, poner de acuerdo al entrenador que llevaban dentro las 27. 215 almas que presenciaron el drama de Riazor. Fue el colofón a una temporada de altibajos. Algo que podían permitirse muchos equipos, pero no el de más presupuesto, plantilla de más caché y afición de su cara en un play off en el que casi bastaba con no meter la pata. Lección de Rubén de la Barrera, ganando como visitante. La afición goleó y el resto fallaron.