Quienes el sábado agitaron fantasmas del 2020, flaqueando frente al desahuciado Tudelano, son los mismos que decantaron de inmediato el duelo con la UD Logroñés. Ambas citas se celebraron en Riazor, con catorce días de distancia, pero no hubo de por medio ningún encuentro que interrumpiera la sucesión. Por mucho que los comités de la Federación Española den una sorprendente validez expiatoria a los duelos que no se llegan a disputar. Mackay; Antoñito, Lapeña, Granero, Aguirre; Villares, Bergantiños, Juergen; Soriano, Quiles y William. Así, hasta el descanso. Frente a los riojanos, Héctor jugó la segunda parte para dar un respiro al último en llegar. Ante los navarros, Miku suplió a William, buscando mayor presencia en área para darle un vuelco al marcador.
Repaso detallado del vaivén
Las leves mutaciones en el once (habitualmente, una o dos) han ido registrando los problemas afrontados por el Deportivo a lo largo de la temporada. Empezando por su carril desestabilizador. El buen arranque, plasmado en cuatro triunfos hilados, redujo las alteraciones al baile del lateral derecho, donde Trilli se lesionó con la sub-19 a los pocos días de debutar, abriendo sucesivamente la plaza a Alberto Benito, Víctor García, Villares y Lapeña. Para cuando el futbolista cedido por el Valladolid concluyó su reconversión desde el extremo, el equipo había pinchado ante Unionistas y la SD Logroñés y la rotación se trasladó a la medular. Juergen fue cambiando de acompañantes, con Bergantiños, Villares y Rafa de Vicente en la ecuación. Y una vez asentado el trivote, desde arriba reclamaron atención.