Exceso de confianza

IYÁN BARAGAÑO EL MICROSCOPIO

TORRE DE MARATHÓN

César Quian

30 nov 2021 . Actualizado a las 17:13 h.

Vaya por delante que el Dépor debió ganar al Athletic B. Hizo merecimientos. Y, para ser sincero, alguna decisión arbitral no fue acertada. Pero, ¿por qué no se quedaron los tres puntos en Riazor? Por un ego alterado por los halagos recientes a su juego.

El exceso de confianza hizo que el Dépor no ganase. Y bien que lo había avisado el míster durante toda la semana. No quería relajaciones. En esta categoría cada partido debe ser —y es, así se evidenció esta semana—, una batalla a vida o muerte. Nadie regala nada. Ningún equipo consigue sus victorias con claridad. Todo se decide en acciones puntuales, como un gol en propia puerta o un penalti no pitado.

La semana pasada llamaron la atención las declaraciones de Borja Jiménez: «O sigues centrado o te pegas un hostión». No pudo ser más claro. El mensaje debía llegar nítido a los jugadores. Aunque parece que no logró su objetivo y el golpe se lo llevaron. ¿Fue Borja Jiménez un visionario prediciendo lo que iba a pasar? En parte sí. Podía imaginarse una situación similar. De hecho, la habrá vivido más veces. Las relajaciones no son buenas. El halago debilita. Hace bajar tu rendimiento. Cuándo todo va bien y el equipo gana con solvencia… dosis de realidad y a remar de nuevo. En términos de estadística existe una denominación para esto: regresión a la media. En términos deportivos los entrenadores lo argumentamos como sigue: el feedback positivo hace bajar tu atención y genera un exceso de confianza. ¿El resultado? Dos puntos menos que echaremos de menos en unos meses.

Hablando de ese exceso de confianza me planteo si el entrenador puede hacerlo desaparecer. Quizás deba intentarlo, y en algunos casos su mensaje cale hondo. Pero no siempre será así. Daniel Kahneman, Nobel de economía, definió el exceso de confianza como la exageración inconsciente de las habilidades personales asumiendo que cada uno será capaz de controlar todas las situaciones. En eso está la clave. En que se trata de un sesgo. Algo inconsciente. De algo sobre lo que nuestra capacidad de influencia (la del entrenador y el cuerpo técnico en este caso) se ve mermada. Y, por tanto, con menos capacidad para rebajarla de lo que pensamos.

Ahora todo vuelve a la normalidad. Hemos visto que en esta liga bajar la concentración y la intensidad no es bueno. Si no estás al 100%, cualquiera puede superarte. Espero que esto sirva de aprendizaje. Pero esto de los derbis… También daría mucho que hablar.

Iyán Baragaño es miembro del grupo de investigación AGR de la UDC.