Tranquilos, está Mackay

TORRE DE MARATHÓN

Ian Mackay salta al campo del Ciudad de Tudela
Ian Mackay salta al campo del Ciudad de Tudela Eduardo Sanz Nieto

El meta del Ventorrillo gana dos puntos para el Dépor con una acción crucial

06 sep 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Para el gol, Ian, que no Roy. El espíritu del holandés, reinstalado por gracia del comentarista de Footters en la manopla del meta del Ventorrillo, dio puntos como cuando habitaba en el ariete. La fenomenal intervención del portero para dejar a Alain Ribeiro con el molde del festejo se confabuló con el repetido desliz del locutor para hacer memoria alterada de tiempos de gloria, 20 años, un par de letras y varias turbulencias después.

Sacudidas que se han notado especialmente a cola. La parte de atrás de casi cualquier edición del Dépor posterior al 2010 es un muestrario de cicatrices acumuladas en un ciclo cuyo comienzo coincide con el último retorno a Primera División. Desde entonces, mientras el equipo estiraba la cuerda de la máxima categoría bordeando el pozo, trituraba candidatos a proteger su red. De Lux a Fabricio y de Fabricio a Lux, con Marc Martínez en la sombra, antes de ir arrastrando en la caída a Manu Fernández, Pletikosa, Tyton, Rubén Martínez, Roef, Francis Uzoho, Pantilimon, Koval, Dani Giménez, Ortolá, Koke y Jovanovic. Ya en el barro del fondo —en el que siempre habrá opción de profundizar— aparecieron Lucho y Abad, descartados ahora también. 17 aspirantes frustrados a la estabilidad que Dani Aranzubia gozó por última ocasión.

Cuando el riojano se puso al servicio de Miguel Ángel Lotina, Mackay (con c) había abandonado ya el equipo de su ciudad, ninguneado por Joaquín Caparrós en favor de aquel binomio explosivo que formaron Aouate y Munua. Vuelve ahora a casa tras hacer las españas, islas incluidas, con diploma de mejor portero de la temporada obtenido en la división superior.

Contratación de lujo que envió a Ponferrada a Lucho García y al paro a Carlos Abad. El Deportivo se quedó con la cantera como único plan b, y de entre las opciones eligió a Pablo Brea. Un regalo envenenado para el santiagués, quien se impuso a Alberto en el pulso por abandonar el Fabril para encajar en el retrato del meta suplente que trazó David Trueba en su Saber Perder. «Soy el culo mejor pagado del mundo junto al de Jennifer López», presumía Poggio, ese personaje que calentaba banquillo mientras perfeccionaba su habilidad para pelar pipas con guantes.

La versión coruñesa del equipo inventado por el escritor cuenta también con su titular inamovible (por fin) delante de la línea de gol. Para puntuar evitándolos en vuelos como el del Ciudad de Tudela, con el que saboteó el remate de Alain Ribeiro; un cabezazo de tiempos perfectos que habría marcado el mismísimo Roy.