Carlos Loureiro: «Lo peor del deporte son los padres»

TORRE DE MARATHÓN

Abraldes

Con 16 años, el coruñés ya era entrenador y con 35 acaba de ascender a la OK Liga femenina

06 jun 2021 . Actualizado a las 21:34 h.

Mientras el resto de niños del colegio soñaban con ser Maradona, Pelé, Djalminha, Fran o, si jugaban al hockey, Martinazzo, Facundo Salinas o Borregán, cuando Carlos Loureiro (A Coruña, 1986) era adolescente ya ponía sus ojos más allá de la valla que delimita la pista de hockey. Se fijaba más en la pizarra que en la ejecución de las jugadas. Con solo 16 años, cursando todavía 4.º de la ESO, se sacó el título regional de entrenador. Y, con apenas 22, era técnico nacional. Una carrera vertiginosa que le permite, con 35, tener entre sus logros el despegue de la cantera del Escola Lubiáns de Carballo; dos campeonatos de España sub-17 por autonomías, como asistente en la selección gallega; un ascenso a OK Plata con el Dominicos; y, el último, el brillante regreso del Deportivo Liceo a la OK Liga femenina. Un ejemplo de la prolija cantera de entrenadores con que cuenta el hockey sobre patines gallego.

—Se ha especializado en ascensos.

—Bueno. Lo he conseguido con los dos últimos equipos que he tenido. Pero me quedó la pena de no haberlo logrado con el Escola Lubiáns.

—En Carballo se hizo entrenador y hombre.

—Pues eché media vida allí. Es cierto. Me fui con 17 años. Pasaba a ser jugador júnior. La segunda temporada ya comencé a entrenar niños y me asenté allí.

—¿Cómo se llega a ser técnico nacional con solo 22 años?

—Es algo que siempre me gustó. Me encantaba jugar, pero yo notaba que me tiraba más entrenar. Analizaba cada acción desde bien crío. Con 16 años hice el autonómico y luego el nacional con 22. A los 26 ya entrenaba sénior.

—¿El defensa Carlos Loureiro jugaría en un equipo entrenador por usted?

—(Se ríe). Pues sí. Pero hay una parte del jugador, que no me gustaría como entrenador. Era muy pesado. Pero lo daba todo en la pista, algo que le pido a mis jugadores. No hacía un gol, pero la intensidad que metía era de valorar.

—¿Y qué diría el jugador del entrenador?

—Que intenta jugar lo más vistoso posible y que, aunque haya encajado solo 4 goles, no es para nada amarrategui. Que le da importancia a la defensa y que ha tenido una gran portera.

—Ha entrenado en categorías inferiores, sénior masculino y femenino, y es profesor de Primaria. ¿Qué labor es la más complicada?

—Con los mayores disfruto muchísimo, porque puedes hablar de una forma diferente. Luego, con los niños, creo que es más complicado ser entrenador que profesor. Al menos, por mi experiencia, yo no tengo problemas con los padres de mis alumnos. Me han tocado siempre excelentes padres, colaboradores... En cambio, en el deporte, están los típicos que quieren que su hijo juegue por encima de todo. Y ahí se complica todo. Lo peor del deporte son los padres.

—¿Haría falta una escuela de padres en el deporte?

—Pues sí. Mire, a mí me da igual si entreno mayores o niños. Quiero ganar siempre. Pero, cuando entreno a niños, no me olvido de que son niños. Voy a tope, sí, pero sé que por encima de todo está su educación. Hay padres que cronometran los minutos que están sus hijos en la pista. Y eso no es un problema solo del hockey, sino del deporte en general.

—¿Ha aplicado más métodos de entrenamiento en el aula o educativos en la cancha?

—La experiencia que me ha dado el hockey, de cosas que hacer o no hacer, me ha servido mucho a la hora de aplicarlas en clase. Sin embargo, me comporto de forma diferente. En el aula soy mucho más pedagógico. En el hockey, si tengo que echar un grito lo echo. En clase, me corto más.

—Usted es entrenador del Liceo y profesor en el colegio Santo Domingo. ¿Se imagina algún día un partido de su equipo contra sus alumnos?

—Eso no se va a dar, porque nunca voy a entrenar un equipo que pueda enfrentarse al Dominicos. Es una norma que me he impuesto. No quiero que un día haya un partido tenso frente a un equipo de Dominicos y yo, enfrente. Con qué cara voy al día siguiente a clase. Está claro que eso condiciona mi carrera como entrenador, pero el hockey es una afición. Mi profesión es la docencia.

—¿Cómo lleva esa rivalidad?

—Cero rivalidad, porque son ámbitos distintos. A nivel de hockey, hay muy pocos clubes en el mundo al nivel del Liceo. Y a nivel académico, el colegio Santo Domingo es excepcional. Fue donde me dieron la oportunidad como profe, cosa que en el colegio Liceo nunca ocurrió pese a ser exalumno. Y ahora me alegro de eso, pues en el Santo Domingo me siento muy valorado, nos hacen partícipes del centro para todo y se preocupan por cada alumno de forma individual.

—Hablaba de la diferencia entre entrenar niños y mayores. ¿Y entre chicos y chicas?

—Yo es que me comporto igual que si fueran chicos. Es la primera vez que estoy de primer entrenador en un equipo femenino y me lo han puesto súper fácil. Son auténticas profesionales.

—¿Qué futuro tiene el Liceo tras el ascenso a OK Liga femenina?

—Pues el próximo año, asentarnos, y en dos o tres, el club está trabajando para luchar por todo.

En corto

—¿Qué coche tiene?

—Un Hyundai i30.

—¿Usa reloj?

—Siempre. Y me gusta cambiar cada día de modelo. Tengo varios. Eso sí, entre las mil supersticiones y TOCs que me persiguen, uno es que cuando llevo un reloj a un partido y pierdo, entonces lo cambio para el siguiente. Si no, no lo cambio.

—Una comida.

—Cualquiera que haga mi abuela.

—Una bebida.

—Coca-cola.

—¿La última tarea que ha hecho en casa?

—Poner la aspiradora.

—Un libro.

Once anillos, de Phil Jackson. Las memorias del entrenador más laureado de la historia del baloncesto.

—Una película.

—La saga de Rocky en general. Si me tuviera que quedar con una, pues quizá elegiría la cuarta parte. Pero la saga, en general, porque refleja muy bien el sufrimiento y el éxito final de un deportista en el que nadie confía y a base de trabajo consigue llegar a lo más alto.

—¿Qué tipo de música escucha?

—Pop-rock y bandas sonoras.

—Para informarse, ¿prensa, radio o televisión?

—Prensa.

—¿Es monárquico?

—Sí.

—¿Qué fue lo más duro que le han dicho en una pista de hockey?

—Pues los insultos clásicos. Nada que yo no hubiera dicho también alguna vez.

—¿Quién fue para usted el mejor jugador?

—Panchito Velázquez.