Nuevas ideas, más rigor y menos excusas

TORRE DE MARATHÓN

ANGEL MANSO

11 may 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

El Deportivo terminó a principios de mayo una temporada histórica por la cadena de despropósitos que le llevaron a una situación inaudita: pasar dos campañas seguidas en la tercera categoría del fútbol español. Su rendimiento no le alcanzó, ni siquiera, para estar entre los 16 equipos que disputarán el play off de ascenso a Segunda, ni tampoco para terminar como campeón en el grupo en el que el Racing de Ferrol le acabó superando. Lo único que no ha abandonado al club ha sido su gente. En un milagro que bien podría estudiarse en las facultades de Sociología, casi 22.000 personas decidieron ser abonados de un equipo que les garantiza decepciones deportivas desde no se sabe ya cuándo. Abanca aguanta el respaldo a un club al que ha decidido redimensionar porque pensar que el proyecto pasa por perder nueve millones por temporada en Segunda B supondría una huida hacia ninguna parte. Solo cabe la refundación del club, entendida como un cambio profundo en sus estructuras, ideas y autoexigencia. Porque si buscas resultados distintos no puedes hacer siempre lo mismo, y mucho menos si insistes en los errores con las mismas personas.

El Deportivo partirá con menos dinero, pero cabe exigir el máximo rigor. Así lo asume Abanca, que ha resumido su apuesta en la profesionalización y, al mismo tiempo, una imprescindible vocación por la cantera. Tiene algo de ventajista remarcarlo ahora, pero si la idea fue pagar sueldos de medio millón de euros para conseguir una agónica permanencia en la penúltima jornada, quizá sea más sensato apostar por chavales de la casa que lleguen al primer equipo como consecuencia de un plan riguroso de captación de talento y una justa política de oportunidades. Esa filosofía no puede ser un simple clavo ardiendo al que agarrarse en días de escasez, sino resultado de una convicción, y el camino para armar un equipo competitivo, con canteranos y referentes que devuelva al Dépor cuanto antes al fútbol profesional. La lista de excusas para seguir dando pena es larga, pero ya nadie las cree, y los culpables de haber llegado a esta situación son conocidos. El deportivismo merece un tiempo nuevo, una refundación.