Celso Borges ya está en agosto

TORRE DE MARATHÓN

CESAR QUIAN

Marca más de tres años después para un Deportivo en el que espera volver a pelear por el ascenso el curso que viene

19 abr 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

A esto vino. A esto, mucho antes. Durante los últimos meses hubo más días buenos de Celso Borges, pero ningún día con gol y pocos con victoria crucial. Imperdonable en un futbolista al que los técnicos valoran por dones con escaso impacto visual. Virtudes que alcanzan para resistir desde el once el paso de entrenadores, pero no para ganarse al espectador que ve a su equipo perder el único objetivo por el que se construyó. Por el que llegaron jugadores como el costarricense, de improbable presencia en Segunda B. «Si no se asciende este año, será el otro; soy bastante cabezón», confesaba anteayer a un compañero del As, avanzando su intención de seguir en la ciudad a la que se empeñó en volver. Si el club quiere, habrá más de Celso; esta vez en mejor forma que cuando retornó desde Turquía tras cinco meses sin apenas competir. La actual fase de preparación empezó hace semanas, en cuanto dejó atrás la primera lesión muscular de importancia en su carrera, y se estirará hasta agosto si el contrato le respeta y le da otra ocasión de pelear por subir.

Bajar queda lejos, en parte porque apareció el tico en zona de remate y en parte porque De la Barrera lo encontró. Lo hizo a través de una jugada ensayada, de las que no habían dado otro fruto que un misil de Héctor, más asociado a la precisión de la zurda que al éxito del plan. En esta ocasión también intervino el lateral, aunque solo fuera para hacer de señuelo junto a Keko y limpiar de posibles marcas la frontal soriana. Funcionó la del córner en corto, habitual foco de desesperación del hincha. Ya sin estorbos cerca, Lara fue Lara otra vez. El extremo retornará a Sevilla después de la mili y, como aquellos que volvían de Ceuta, se llevará batallas que contar. Podrá presumir de que en su destino hizo goles, provocó penaltis y asistió. Incontestable currículo armado a chispazos por el andaluz.

Mientras el balón le llegaba, en el área empezaba una maniobra de arrastre hacia el primer palo que fabricaba en el segundo un cuatro para tres. Eneko fijaba el último obstáculo y Celso asomaba solo a cabecear. Como la última vez que marcó con el Dépor, a finales del 2017 en Las Palmas. El de ahora levantó del asiento a los mil de Riazor. Lo celebró primero a gritos con los compañeros y enseguida con Julio Hernando, al que le caían medio centenar. El festejo con el entrenador fue doble: en directo y en diferido, con abrazo al salir y reintegrar a Uche la plaza arrebatada en el once inicial. Será difícil que el 8 vuelva a perderla. Tiene hasta agosto para afinar.