Hundidos por jugadores con la barriga llena

TORRE DE MARATHÓN

CESAR QUIAN

25 ene 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Nuevo despropósito. Y lo peor es que la caída en el pozo no tiene fin. Ya no es que cada vez se vea más difícil que este equipo pueda aspirar al regreso al fútbol profesional. Es que incluso peligra su continuidad en la tercera categoría (Primera RFEF) y ¡hasta en la cuarta! ¿Se imaginan a un Deportivo jugando contra el Arzúa o el Estradense la próxima temporada? Yo me niego. Pero es hacia donde va enfilado este proyecto.

Es incaceptable que los jugadores del Dépor, que multiplican por mucho el sueldo de rivales humildes, sin suerte en el fútbol, no sean capaces de asumir responsabilidades en el campo, por muy mal que se haga desde los más altos estamentos del club.

Es vergonzoso ver cada siete días cómo jugadores con una amplia trayectoria en el fútbol profesional no son capaces de salir con el balón jugado desde atrás. Da la sensación de que, incluso si hubiera once conos plantados sobre el campo, se sentirían atosigados y acabarían mandando el balón fuera. No hay uno contra uno y los pases son facilones, al estilo del juego del tú la llevas. Le doy al balón al compañero más cercano y que se la juegue él. Descarto la ineptitud. Así que solo puede ser por cobardía. Que sea el de al lado el que me saque las castañas del fuego y yo le miro.

Doy por hecho que Fernando Vázquez, antes, y Rubén de la Barrera, ahora, no trabajaron durante la semana lo que se ve en el terreno de juego desde la primera jornada. No puede ser que le digan a sus jugadores que toquen y no se muevan. Tampoco que le exijan a Galán (y otros) empotrarse contra sus marcas cada vez que quieren romper líneas. Ni tampoco a Beauvue y a Rolan que presionen con la mirada corriendo con desgana a muchos metros del balón, en zonas sin influencia. Es más, yo diría que, ante el Compos, De la Barrera pidió apretar la salida de balón rival. Para eso apostó por cuatro jugadores atacantes. Solo vimos a esos delanteros correr a ritmo pausado persiguiendo balones, sin ayuda por detrás, y sin el talento de tapar líneas. Quizás nos equivoquemos y ese no fuera el planteamiento. Pero es difícil interpretar lo que este equipo plasma sobre el campo.

El Compostela tiene mucho mérito. Son chavales, en su mayoría descartados por el Deportivo y el Celta (en sus canteras), que encontraron en Santiago un lugar perfecto en el que demostrar que los responsables deportivos de los clubes se habían equivocado con elllos. Tiene mérito, pero sobre todo tienen hambre. Eso de lo que falta en el equipo coruñés, en donde una plantilla de jugadores con la barriga llena deshonra y humilla al deportivismo semana tras semana.