Lo que falla en el plan del Dépor

TORRE DE MARATHÓN

CESAR QUIAN

Fiado a su solidez, es un equipo lento en la transición y falto de peso en ataque

16 dic 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Defender primero, atacar después. El axioma de que mantener la portería a cero coloca a cualquiera más cerca de vencer ha dado forma a la propuesta de Fernando Vázquez. El técnico al que el Dépor recurrió para estrenar el 2020, encomendándole el milagro de reflotar un equipo que había encajado 35 goles en 21 partidos y ganado solo dos. En la siguiente tanda de 21 duelos, se recibieron diez tantos menos y se lograron diez victorias más. El conjunto blanquiazul descendió, pero le quedó el hábito de la seguridad, alentada por la reestructuración tardía y el proceso de adaptación. Ahora que vuelve a cambiar el año, el nuevo reto le exige volver a evolucionar.

transición defensiva

Demasiado cerca de Abad

En Segunda B apenas hay equipos que se permitan alegrías, con o sin balón. Menos aún ante un adversario del que cuelga el cartel de favorito en cualquier campo. Al Dépor lo reciben o lo visitan conjuntos bien arropados que dejan varios jugadores a espaldas del portador de la pelota. Por eso es especialmente importante robarla antes de que atraviese la medular. Algo que aún figura en el debe del plantel blanquiazul, que arrancó la temporada con cuatro futbolistas escoltando al único punta (Borges alteró su rol habitual para aproximarse a Beauvue). La falta de rigor propia del rodaje provocaba una peligrosa descoordinación al saltar a las marcas y dejaba a Uche aislado por delante de la zaga coruñesa, con sus compañeros corriendo muchos metros hacia atrás.

La evolución ha deparado el despoblamiento de ese segundo frente ofensivo, indispensable también como muro de contención. Reubicar las piezas no supondría un lastre si además se aproximaran las líneas, facilitando robar y salir en grupo, como sucedió hasta en tres oportunidades durante el primer tiempo frente al Celta B. Pero la distancia entre Bergantiños y Rolan es casi siempre la que va de área a área, si es que el repliegue no lleva al ariete hasta la divisoria. Las dificultades del adversario para progresar se limitan casi siempre a las inmediaciones de Abad.

defensa organizada

De momento, todo bien

Es en torno al meta canario donde se ubica el área de confort del conjunto coruñés. Ahí donde solo penaliza el error individual. El trabajo colectivo, reforzado por el nivel y el buen entendimiento de quienes lo realizan, otorga muy pocos resquicios por los que profundizar. Un portero que domina su zona, un central que anticipa, otro, especialista en el despeje, y un tercero atento a disimular cualquier error. Dos centrocampistas con experiencia, planta y rigor táctico y un par de laterales acostumbrados a defender. Si no hay despiste, no hay gol.

transición ofensiva

Sin ritmo para sorprender

En ese muro, reforzado por el repliegue de los jugadores más avanzados (en Nacho González hay un especialista en el sacrificio sin balón), está la gran ventaja del Deportivo, y también su perdición. Porque deshacer el entramado para lanzar el ataque le lleva una eternidad que anula su capacidad de sorprender.

Si recupera en campo del adversario, lo más habitual es que el contragolpe deba limitarse a una acción individual o en grupo reducido, perdidos Keko y Lara y centrado a Galán. Sin extremos y con un punta, se agrava el problema de la falta de velocidad de centrocampistas y laterales para ocupar las bandas en el despliegue.

En el carril central es muy difícil generar superioridad inmediata. Aunque Rolan mejore a Beauvue en la conducción y el desmarque lejos del área, suele tener al menos dos adversarios cerca (así marcó en Pasarón), mientras que a las piezas intermedias (Galán o Nacho) les faltan referencias y capacidad asociativa.

ataque organizado

Un carril cerrado, dos sin usar

Forzado casi siempre a enfrentarse a defensas ya armadas en su juego con balón, al Dépor se le apaga la luz sin ritmo para generar espacios. Bergantiños ha pasado de incrustarse en la defensa para dar salida al cuero a formar parte de ella. El talento de Mujaid reside en la conducción y Granero es quien más arriesga en largo, pero el oponente tiene memorizado su envío en diagonal.

Uche no asume riesgos en el pase, abreviando su radio de acción, y por mucho que Borges crezca (asistencia en Pontevedra, origen del gol al Celta B) no tiene piernas para abarcar tanto campo. El rival se limita a blindar su frontal y a Vázquez, que dispuso de Mollejo y barajó a Valle como carrileros, no le hacen el servicio Bóveda ni Salva Ruiz. En el juego directo, a Abad le pierde el pie y a sus compañeros la escasa celeridad en el reagrupamiento. Sin especialistas para la versión combinativa ni opción de superioridad manifiesta en ningún sector, la solidez solo es una apuesta a no perder.