Adiós a Jorge García, símbolo ochentero de la portería coruñesa

La Voz

TORRE DE MARATHÓN

ALBERTO MARTI VILLARDEFRANCOS

El exportero blanquiazul, con más de 300 partidos a sus espaldas con el club, falleció en su domicilio este martes

15 dic 2020 . Actualizado a las 19:20 h.

Jorge García Santos, mítico arquero blanquiazul de finales de los setenta y un clásico de los ochenta, falleció este martes en su domicilio por causas que aún se desconocen. Lo más probable, según informan fuentes del Deportivo, es que su muerte se haya debido a un problema cardiovascular, pero al ser hallado en su vivienda se considera un fallecimiento judicial por lo que habrá que esperar hasta el miércoles para certificar la causa.

A Jorge García Santos (A Coruña, 1957) le llamaban Jorge. También Parrocho, un mote que ni siquiera era de nuevo cuño en Riazor y que comparte en la historia blanquiazul con otro guardameta, Otero. El Parrocho de los cincuenta, en parte por haber sido el heredero bajo palos de Acuña y haberse desempeñado en Primera División, se quedó con la hegemonía del apodo. Al menos así lo establece Google, que, se quiera o no, tiende a establecer las jerarquías en la era digital. Nada importa en esos servidores que, en realidad, fuese el segundo Parrocho, Jorge, el que más veces defendió la blanquiazul.

Jorge nació en el barrio de Santa Margarita, se curtió en edad de infantiles en un equipo que se llamaba San Juan antes de saltar al Calasanz que entrenaba el padre Fidel. Del club colegial, al Deportivo, para integrarse en la disciplina del juvenil. Y a partir de ahí, los pasos lógicos. Esos que tanto cuesta dar en la actualidad en el club coruñés. Fabril y primer equipo, donde desarrolló toda su carrera hasta su retirada del fútbol profesional al término de la campaña 1990-1991, la del ascenso a Primera División.

Debutó en Segunda División en la temporada 1977-1978, aunque apenas fueron cuatro pinceladas contadas. No se consolidó hasta el curso siguiente, con Luis Suárez Miramontes en el banquillo. El Balón de Oro había llegado a mitad de temporada para rescatar a un equipo que naufragaba y dio confianza al canterano, que contaría con él para 21 partidos. El tiempo que tardó la directiva en repescar a Buyo, cedido en el Huesca, y que en el final de la temporada acabó afianzándose como titular. El equipo se salvó.

Ya sin Luis, su protagonismo desapareció la siguiente campaña eclipsado totalmente por el guardameta de Betanzos. El equipo cayó a Segunda B y Buyo se marchó al Sevilla. La puerta se abrió para Parrocho.

Un sueño que no llegó

Jorge fue un fijo en la portería entre 1980 y 1984. Pero con la llegada de José Luis Montes, fue perdiendo terreno ante el segoviano. Antes de iniciarse la campaña 1985-1986, Jorge barajaba la posibilidad de irse. según reconocía el propio arquero, el Cádiz le quería. «La posibilidad existe desde el momento en que aún tenemos que hablar. Pero a mí, como puede comprenderse, me hace una gran ilusión fichar por un club de Primera. Lo ideal, claro, sería jugar con el Deportivo en la división de honor, pero eso aún está por llegar», explicaba en las páginas de La Voz de Galicia en junio del 85. Una charla en la que queda claro que en aquel fútbol las cosas se decían con mucha más claridad que en el actual. «Prácticamente he estado de mirón; creo recordar que solo jugué unos nueve o diez partidos y eso acaba con la paciencia de cualquiera», sentenciaba.

Jorge destacaba desde los once metros. «Para tratar de parar un penalti, el portero necesita moverse un poco. Yo lo hice porque había adivinado la Intención del jugador vallisoletano», dijo tras detener una de sus primeras penas máximas con la camiseta del Dépor en Pucela. Desde aquellas primeras atajadas a abandonar el club pasaron 16 campañas. Todas en Segunda División excepto un breve curso en la categoría de bronce. Nunca pisó la élite, su sueño. Pero también fue lo que representó a aquella generación. A aquel Deportivo tan sobrado de carisma como constantemente tocado por el fatalismo, la falta de acierto y de suerte.

Tras su retirada continuó con su verso tajante allá donde le pusieron un micrófono. Falleció ayer a los 63 años en su casa.