No tocar, peligro de error

TORRE DE MARATHÓN

CESAR QUIAN

El Deportivo se deja llevar hacia el éxito aferrado al mismo esquema, once y cambios; convencido, como Beauvue, de que intervenir es perder

08 nov 2020 . Actualizado a las 18:01 h.

En A Coruña, la cultura taurina es limitada. El gran coso gallego está en el sur. Solo así se explica el error cometido con Beauvue. El Dépor pensó que fichaba un matador, pero se trajo de Vigo un experto en recortar. La finta como final. En ocasiones, tratando de hacer feliz a su nuevo propietario, el delantero pretende intervenir. Se retrasa unos pasos, ofrece una salida, pide el cuero... Se esfuerza incluso en combinar. El resultado de esas buenas intenciones es prácticamente invariable: el balón acaba en pies del rival. Porque es cuando se aparta de la jugada cuando el ariete mejora la acción. Lo ha interiorizado hasta el punto de convertir en arte el quitarse del medio. Sus compañeros lo buscan; y él, que no. Hasta en cuatro ocasiones se negó a recibir la pelota que le perseguía; y en la cuarta hizo un gol. Lo tuvo que materializar Lara, claro, porque Beauvue había dejado pasar entre sus piernas la oportunidad que le ofrecía Borges con su pase en la frontal. El éxito de no tocar.

Lo personifica el de Guadalupe, pero se ha propagado por el equipo entero, alcanzando, allá en la grada, al entrenador. Lo que funciona permanece inalterable, por mucho que menudeen las dudas acerca de si funciona de verdad. Ahí está la tabla, esos diez puntos, como sistema de medición más fiable. Ahí también la falta de caminos despejados hacia Abad. El Dépor no es un rodillo, pero tampoco se deja avasallar. Apenas hay fases del encuentro en las que sufra, aunque tampoco abunden aquellas en las que progrese con determinación.

Todo fruto de un esquema inalterable hasta en su discurrir. Durante la semana, es un 4-4-2 en Abegondo. Durante los partidos, un 4-1-4-1 que en algún punto varía a 4-2-3-1, al echarse Borges atrás. Vázquez desea posicionar a su equipo en campo contrario, pero entonces el grupo se parte a la mitad. Esta vez rectificó casi enseguida, tras quince minutos en los que el tico solo contribuyó al embotellamiento del frente de ataque. Cuando pasó a la medular, ganó Uche, que encontró un socio eficaz en los duelos y la distribución, y ganaron Nacho González y Lara, que hallaron espacios por los que circular.

El uruguayo y el sevillano no llegaron a consumir el partido. Como de costumbre, hubo que hacer sitió a Galán y a Gandoy. También a Miku, agotado el tiempo de Beauvue. Maestro en el arte de evitar.