La grada, ese pilar que no falla

LA VOZ

TORRE DE MARATHÓN

CESAR QUIAN

Mientras se repiten los llamamientos a la afición, esta continúa ofreciendo una respuesta muy por encima del rendimiento deportivo del conjunto coruñés

20 mar 2019 . Actualizado a las 21:17 h.

Más de doscientos seguidores blanquiazules quisieron acompañar al Deportivo en los momentos previos a su duelo con el Las Palmas de Pepe Mel. Se concentraron frente a Riazor dos horas antes del inicio del partido y esperaron pacientes a que llegara la expedición blanquiazul. Recurrieron a los cánticos de costumbre y aplaudieron a los suyos durante el breve tránsito entre la escalerilla del bus y la puerta del estadio. Tres jugadores (de 18) respondieron a los ánimos con algo más que una mirada de soslayo. Ninguno se acercó a los hinchas.

El conjunto coruñés encajó aquel día su primera derrota en casa, pero los silbidos y abucheos fueron aún más esporádicos que los ánimos que alcanzaron el césped desde una grada desganada que sin embargo sigue acudiendo puntual a las citas, tanto en casa como a domicilio. El número de asistentes a Riazor ha caído fruto de una serie de cursos complicados entre ascenso y descenso, pero el público responde, como volvió a quedar claro ayer con las largas colas para adquirir entradas del encuentro que el próximo fin de semana disputará el Dépor en el Carlos Tartiere ante el Oviedo. 2.111 entradas despachadas en el primer día de venta y hoy posiblemente se agoten las 900 restantes.

Antes, los de Natxo actuarán de locales frente al Almería y ayer se produjo el último de una serie de llamamientos por parte del club. Fue por boca de Pablo Marí: «Animo a todo el mundo a que venga a Riazor a apoyarnos hasta el final; va a ser un partido complicado y los necesitamos». La crucial cita, fijada para mañana viernes, arrancará con varias localidades vacías (durante cinco minutos) en protesta por los incómodos horarios de la competición.

Es uno más de los factores que lastran el respaldo del aficionado. A él se suma la limpieza de vestuario: ha borrado casi todo rastro de habituales tribuneros, con mayor dedicación a la grada que al oficio sobre el césped, pero el salto hacia el otro extremo aviva la desconexión. Preocupa el distanciamiento entre el equipo y quienes lo siguen, pero la afición no ha dejado de responder.