Un riesgo que era conocido

Javier Pombo

TORRE DE MARATHÓN

LOF

28 feb 2019 . Actualizado a las 09:50 h.

Es normal que la acumulación de lesiones por parte de Carlos Fernández desde que llegó al Deportivo sorprenda a la gente. Un futbolista joven que desde el pasado mes de diciembre solo ha disputado tres partidos (127 minutos). Es lógico que pueda parecer extraño, cuando en ningún momento se habló de una lesión de gravedad. Pero lo cierto es que apenas ha intervenido en tres meses.

Sin embargo, desde el punto de vista médico, lejos de sorprender, es perfectamente entendible y predecible. Sin conocer detalles privados sobre el historial médico del delantero y ciñéndonos solo a lo que es público a través de los medios de comunicación, lo que le está sucediendo a Carlos Fernández entra dentro de lo, digamos, normal.

Se trata de un futbolista que en el espacio de un año y medio ha sufrido dos operaciones: una que lo tuvo fuera unos nueve meses y otra que le impidió hacer la pretemporada en condiciones. La segunda de las intervenciones no es fruto de una recaída, pero sí una consecuencia de la primera. Es decir, el futbolista, tras la operación tiene molestias y adapta su andar, su correr, su día a día a evitar esa molestia y acaba dañando el menisco.

Si a eso añadimos que en sus primeras semanas en el Dépor tuvo mucho protagonismo y luego fue a la selección, se produce ahí una acumulación de fatiga que acaba pasando factura en forma de lesiones.

Cualquier jugador que pasa dos situaciones críticas como las que ha superado Carlos Fernández se convierte en un futbolista de alto riesgo, propenso a durante los siguientes meses acumular lesiones y tener que pasar un importante período de tiempo en el dique seco.

Javier Pombo es traumatólogo especialista en medicina del deporte