Regreso con rabia a la juventud

Alexandre Centeno Liste
alexandre centeno A CORUÑA / LA VOZ

TORRE DE MARATHÓN

PACO RODRÍGUEZ

Lucas jugó en el Atlético de Madrid C durante las temporadas 2008-2009 y 2009-2010

30 mar 2018 . Actualizado a las 21:11 h.

«Hace ya casi diez años. Todavía no había cumplido yo los veinte y ya llevaba un par de temporadas fuera de casa, en Vitoria. Y fue entonces cuando me llegó la oportunidad de formar parte de la cantera de un equipo grande como el Atlético. Era un reto. Irme a una ciudad grande, para vivir solo. Compartí piso en Carabanchel con Mantovani. Aquella primera temporada no jugué mucho, pero acabé marcando muchos goles. Fue una experiencia sensacional. Aprendí mucho. Maduré y empecé a formarme, de verdad, como profesional». De esta sincera manera recuerda Lucas uno de los momentos que marcaron su carrera futbolística. El delantero coruñés se enfrentará el domingo (21 horas, beIN LaLiga) a uno de los clubes que le dio una de las primeras oportunidades de ser futbolista. Un partido que espera suponga un punto de inflexión en una temporada en la que ni a él ni al Dépor le están saliendo las cosas.

Vuelve a Madrid, para jugar contra el Atlético y contra el Mono Burgos, actual segundo entrenador colchonero y con quien Lucas trabajó durante su etapa atlética. «Él era el entrenador de porteros del equipo C, en el que yo militaba. No hacía muchos años que se había retirado. Recuerdo que mostraba gran carisma, pero, a la vez, era muy cercano». Un equipo, aquel Atlético C en el que, en diferentes momentos llegó a compartir vestuario con jugadores como Mantovani, Koke, Joel, Pulido, Campillo, Domínguez o Rubén Pérez.

Responsabilidad

Ahora, diez años después afronta con ilusión este nuevo duelo contra el Atlético y lo que será el estreno blanquiazul en el Metropolitano. Pero esta circunstancia, que en otro momento colmaría su estado de ánimo, no llega en el mejor momento.

En cuanto el piloto rojo de la cámara se enciende, Lucas cambia su semblante. Directo. Explicativo. Hablador. Con ganas de convencer a la gente. Muestra su imagen más lanzada. Esa de echarse todo a su espalda y dar la cara. Pero detrás hay semanas y semanas de fútbol sin premio. De pitos. De pintadas en su antiguo domicilio. De sinsabores que no llegan para que se rinda. Al contrario, sigue tratando de convencer a todo el mundo de que es posible. De que tiene que llegar la primera victoria que conduzca a unas cuantas más que den la salvación. Porque él cree. Y así trata de transmitirlo. Aunque sabe que es difícil. «Es hora de convencer con hechos. Las palabras se las lleva el viento. Pero es cierto que necesitamos una victoria que nos haga coger confianza. Otros años hay equipos que han escalado posiciones desde muy abajo. Por qué no podemos ser nosotros esta temporada», explica atrevido el de Monelos.

«Vamos a Madrid con el mismo espíritu de los partidos anteriores. No queda otra. Sabemos que es un rival muy complicado en su campo. Que es difícil puntuar. Que muy pocos lo han hecho. Todo eso lo sabemos. Pero vamos con la necesidad de sacar los tres puntos. Y tenemos que hacerlo», reflexiona.

No pierde la compostura pero está rabioso. Vino al Dépor para cumplir un sueño, el de disputar el Mundial. Una fantasía que se ha desvanecido. Y lejos de hacer realidad ese sueño, puede acabar con el equipo de su vida en Segunda División. Una circunstancia que le hace daño. Mucho daño. «Quedan nueve jornadas. Necesitamos puntuar de tres en tres. Lo que más rabia me da es que no hayamos conseguido ganar ninguno de los últimos partidos en casa, que creo que lo merecimos. Y por eso estamos desilusionados. Con ganas de que salgan las cosas, algo que no sucede desde hace mucho tiempo. Venimos con ese sentimiento. Pero no nos rendimos. Seguimos intentándolo. Trabajando día a día. Porque no conozco otra manera de lograrlo que no sea con trabajo», subraya.

Sobrellevando los pitos

Trabajo que él ofrece sin recompensa. Al contrario. La respuesta son pitos. Entiende a la hinchada. Nunca va a decir una frase despectiva hacia esa gente que tanto le dio. Pero está dolido. Triste. Apagado: «Cuando las cosas no salen me voy para casa jodido. Quiero estar solo. No conozco a ningún jugador del mundo que se vaya contento cuando la situación es como la nuestra. Tenía muchas ilusiones puestas en esta temporada. Y las cosas no están saliendo. Pero no me siento presionado. Sí jodido. Y con ganas de darle la vuelta para que la gente vuelva a ilusionarse y creer que es posible. Pero depende de nosotros», reflexiona con la esperanza de que el estreno en el Metropolitano pueda marcar el antes y el después de este Dépor. Quiere volver a besar el escudo que lleva pegado al corazón. Marcar un gol que dé tres puntos. Un tanto que dé una victoria que tanto necesita un equipo que se aferra a un milagro para seguir siendo de Primera.