Horas extra para los guantes de Rubén Martínez

Xurxo Fernández Fernández
xurxo fernández A CORUÑA / LA VOZ

TORRE DE MARATHÓN

CESAR QUIAN

Rubén recupera y estira la costumbre de Fabricio de prorrogar con trabajo específico la jornada una vez que Cristóbal da por concluido el entrenamiento

22 dic 2017 . Actualizado a las 15:34 h.

Poggio, el portero que se coló entre los secundarios de Saber Perder, la novela de David Trueba, poseía «el culo mejor pagado del mundo junto al de Jennifer López». Echaba los partidos sentado en el banquillo y no se desprendía de los guantes ni para comer pipas. Se había hecho a ellos. A Rubén, sin embargo, no le llegan los suyos puestos hasta el vestuario. Se los saca en cuanto abandona el césped y los pinza entre el codo y un costado cuando se detiene a firmar autógrafos. Los guantes son una prenda codiciada tras la valla de Abegondo, entre los aficionados que se apiñan para conseguir firma, foto o prenda de los futbolistas del Dépor. A Rubén no le molestan mucho con peticiones. Sobre todo, porque para cuando él llega a la altura de la valla, con los guantes en la mano, es frecuente que no haya hinchas a la espera.

La equipación del meta suele ser la última en entrar en el cesto de la ropa sucia. No es raro que su paseo hasta las duchas coincida con el de algún compañero hacia el aparcamiento, concluida ya su jornada. El miércoles de la semana pasada, le tocó al de Coristanco atender a los medios. Como casi siempre, fue el último en retirarse. Un periodista se animó a pedirle premura para no estirar aún más la larga jornada en sala de prensa. «Estoy haciendo mi trabajo», respondió el meta.

Lo mismo dijo ayer, interpelado acerca del entrenamiento extra al que se somete, y que habitualmente alcanza la media hora una vez que Cristóbal ha tocado a retirada. Concluidas incluso las tandas de lanzamientos a balón parado, solo Rubén y Manu Sotelo, el entrenador de porteros de los coruñeses, siguen dándole a la pelota. «Lo he hecho siempre, desde pequeño -comenta el jugador-. Esta vez empecé cuando me estaba recuperando del problema en el dedo y he seguido». «Muchas veces nos han quedado por hacer cosas que teníamos previstas porque ha tocado participar más en tareas del grupo, así que me quedo y las hago yo solo. Otras, es porque quiero trabajar algo concreto o Manu me ha preparado un trabajo específico», desgrana el futbolista.

Las sesiones se centran en cuatro aspectos: corrección de las debilidades individuales, respuesta a las peculiaridades del rival -ayer se trabajó sobre los envíos del Celta desde las bandas-, y satisfacción de necesidades del equipo y del campeonato (aspectos más globales, en ambos casos). El tiempo extra se dedica a profundizar en el primer asunto, con especial atención al factor psicológico. Se trata de potenciar la confianza del meta, y para eso no se necesita competencia ni testigos.

Rubén, que tiene fama de meticuloso y perseverante, se marcha a casa satisfecho, aunque sea tarde. Estira su jornada más incluso de lo que hacía Fabricio, otro clásico con guantes de los retrasos en sala de prensa.