Cuando Angelito aprendió a volar

TORRE DE MARATHÓN

JuanJo Martín | EFE

El máximo goleador del Atlético, rebelde desde crío, es fruto de la peculiar cantera de San Lorenzo

03 nov 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Andan en San Lorenzo a vueltas con si se mudan o no se mudan. Tienen el estadio a dos pasos de una villa y pretenden trasladarlo un poco más lejos, a la explanada que ahora ocupa un centro comercial. Si el equipo del Papa Francisco da el paso se perderá algo más que el Nuevo Gasómetro -el viejo murió en 1979 con un funeral discreto de empate a cero frente a Boca Juniors-; se resentirá también el trabajo social que beneficia a la barriada próxima y caerá una de las residencias más originales del fútbol actual.

Cualquier día entre semana, sin partido de por medio, se puede ver a la Popular engullir chavales con cartera que regresan del colegio. Son la legión extranjera del conjunto de Almagro (que no está en Almagro sino en Boedo) y la forman muchachos llegados a Buenos Aires desde pueblos y ciudades del interior de Argentina para enrolarse en la base del Ciclón, como se conoce al club. Suben en grupo las escaleras de la grada y se pierden de vista por los vomitorios, bajo el cemento que esconde sus habitaciones, su sala de televisión, su cuarto de juegos, su comedor... El techo y las paredes de la casa cuartel de la cantera azulgrana está bajo la bancada que ocupan los ultras en día de partido. Allí pasó un tiempo alojado Ángel Correa. Angelito. El máximo goleador este curso de un Atlético sin gol.

Aún se cuentan en el particular criadero de Cuervos (así se identifican futbolistas y fanáticos del San Lorenzo) anécdotas sobre el paso por la residencia del menudo jugador nacido en Rosario, quien bien pronto se echó encima la responsabilidad de sacar adelante a su familia. El chico, que hace dos meses explicaba en El País cómo a los 10 años se convirtió en el único sostén familiar tras la muerte de su padre, le tuvo desde bien pequeño tanto amor a la pelota como odio a los libros. No había en la residencia quién le hiciera estudiar. Un monitor iba a levantarlo cada mañana porque era de los pocos que no se presentaban a tiempo a desayunar. Y fue en una de esas matinales de pereza cuando Angelito aprendió a volar. 

Residencia a los pies de la barra

No ocupaba todavía Correa el cuarto número 8 de la casa con techo de grada que sus moradores han de abandonar durante los partidos, cuando cuadros y paneles caen bajo los saltos de la barra brava de San Lorenzo -la Gloriosa Butteler, una de las más ingeniosas (y problemáticas durante muchas etapas) de Argentina-. La residencia estaba antes en un lugar apartado del estadio y allí se escondía bajo las sábanas el niño, con la repetida esperanza de evitar la escuela. Aquel día, el encargado de encauzarlo no estaba de humor y tiró violentamente de la ropa de cama esperando dejar a descubierto al menudo delantero. Pero este era demasiado liviano y se había enredado bien, así que el tirón lo envió despedido al otro lado de la habitación en un vuelo de varios metros. El golpe, cuentan, fue espectacular, pero no bastó para despertar el interés por la vida escolar del hoy punta colchonero: tiempo después, convenció a su representante para que lo sacara de la habitación bajo la bancada y se lo llevara a un piso en el centro de la ciudad.

Huyó de ese hogar circunstancial en el que decenas de muchachos comparten cuartos de cuatro camas en literas para que aprendan a cuidarse entre ellos, y llevan la misma ropa, facilitada por el club. Por un lado se fortalece así la identificación con el Ciclón; por otro, se evita que las diferencias entre chavales de muy distinta procedencia y con varios niveles de esponsorización se traduzcan en el vestir. Son estancias con vista al campo de entrenamiento que han provocado situaciones curiosas, como la vez en que un entrenador amante de las sesiones a puerta cerrada obligó a los niños a cerrar también sus ventanas.

Esa fue la morada lejos de Rosario de Angelito, autor de cuatro goles en lo que va de campaña al servicio de Simeone y gran amenaza este sábado a las 16.15 horas para el conjunto blanquiazul. Será un choque de máxima tensión, como todos los que enfrentan al Dépor y al Atleti, con una rivalidad que agitará seguro la grada. Presión manejable para quien ya durmió hasta tarde a cobijo de la Popular.