Al menos, ha vuelto Adrián

Xurxo Fernández Fernández
xurxo fernández A CORUÑA / LA VOZ

TORRE DE MARATHÓN

CESAR QUIAN

La fenomenal actuación del asturiano fue lo poco destacable en un Deportivo aún por ensamblar

11 sep 2017 . Actualizado a las 21:21 h.

El precedente no era malo. La última vez que Adrián marcó y aguantó hora y media sobre el césped de Riazor, el Dépor le ganó a la Real. Mel probó a ver si había causa-efecto, y cuando llamó a Bakkali fue para quitar a Andone, que había corrido tanto como el asturiano y acumulaba además dos partidos con su selección. Pero no. La repetición de factores dio esta vez como resultado una victoria visitante en la que lo poco bueno estuvo precisamente en el regreso del 15 al once blanquiazul. Más de seis años han transcurrido. Se despidió un 21 de marzo, después de 90 minutos sobre el césped. Desde entonces apenas había tenido ocasión de completar encuentros, ni en el Oporto ni en el Villarreal. La campaña pasada, a caballo entre ambos conjuntos, solo lo logró en una oportunidad. El oponente, en el Estadio de la Cerámica, era el equipo de Eusebio, y el triunfo fue local. La racha se rompió ayer.

La transitoriedad de Adrián en los partidos solo se explica desde la misma óptica que ayuda a entender los murmullos que desata en cada intervención. Una presunta apatía, un aroma a cansancio y desgana, que desmienten sus números, su producción. En el 2-4 de la segunda derrota del curso en casa, el de Teverga dio una asistencia y marcó un gol. Más allá de eso, triunfó en seis duelos por alto en un equipo ligero y falto de centímetros. Una de esas ocasiones en las que ganó un balón llovido concluyó en el empate a dos. Fue además el tercer jugador blanquiazul que más participó, por detrás de los laterales, erigidos hace tiempo en principal arma ofensiva del Dépor.

El protagonismo de los carrileros está destinado a mermar si se atiende al peso que aspiran a tener los tres hombres de ataque. El trío compartió línea durante siete desconcertantes minutos, desde que un Fede entró por otro hasta que Andone se fue. Un movimiento, este último, que disparó la confusión. Bakkali se colocó de interior izquierdo y Valverde como interior derecho. Enseguida marcó la Real.

El tridente aguanta el peso de la necesidad blanquiazul. Puede ser la nueva seña de identidad coruñesa, pero antes sus componentes tendrán que mezclar.

A favor del asturiano, el rumano y el coruñés, la versatilidad. Pueden arrancar desde cualquier esquina o por el centro. Además, ninguno se borra en el trabajo de recuperación. Persiguieron la bola frente a la Real, en un esfuerzo lastrado por la descoordinación y la cantidad de metros a recorrer. La distancia entre líneas hizo fácil para los visitantes la misión de romperlas y agudizó la diferencia en el terreno que ya se presumía más favorable a los de Eusebio. Frente al trivote, Mel opuso una pareja de centrocampistas de un perfil demasiado similar. Ni Mosquera ni Guilherme son especialistas en la recuperación. Tampoco acostumbran a arrimarse al área ajena; más bien, se mueven excesivamente cerca de la propia, acentuando la separación con los puntas. Obligando de paso a que la zaga se instale próxima a un meta que no transmite seguridad. Lastre para las virtudes de quienes forman la última línea coruñesa, que se explotan mejor en los alrededores de la medular.

Tres citas, un punto. Pinta mal, pero el Deportivo conoce al menos sus debilidades y se le adivina potencial en cada línea para ponerles remedio, a falta de probar a Pantilimon. Cuenta con una defensa diestra con la pelota, un centro del campo versátil, y un par de goleadores del nivel de Lucas y Andone. Además, ha vuelto Adrián.