El lunar de Monchi se ilumina para su adiós

TORRE DE MARATHÓN

LOF

Kakuta, que reniega de su frustrante paso por el Sevilla, brilló en la fiesta de despedida de quien lo llevó al Pizjuán

09 abr 2017 . Actualizado a las 11:23 h.

Basta con mentarle Sevilla para que la sonrisa desaparezca del rostro bonachón de Kakuta. «De eso no hablo», responde muy serio si alguien trata de abundar en los motivos de su acelerado escaqueo del Pizjuán. El fútbol lo llevó ayer de vuelta ante esa que fue su hinchada por unos meses. Llegó a tiempo para la despedida de quien lo fichó y lo dejó marchar. Millón y medio le sacó Monchi a una operación que quedaría registrada como lunar deportivo en la excepcional carrera del secretario técnico homenajeado en la previa de un partido para olvidar. Un duelo que deparó cuatro tantos locales, tres firmados en media hora de monumental pájara blanquiazul. Si no murió todo en ese calamitoso arranque fue precisamente por gracia de Kakuta, empeñado en que los asistentes vieran por fin detalles de una clase que se le suponía cuando fue reclutado, pero que nunca llegó a mostrar.

De aquella temporada que para el extremo francés discurrió entre Vallecas, Sevilla y China solo quedó registro en la diana que cerró la goleada copera al eterno rival. El cuarto tanto de un 4-0 justo antes de que el colegiado señalase el final. Un remate cruzado que superó a Adán.

Parecido al que ayer salvó a Sergio Rico para encontrar la red de la misma portería solo un año después. Antes del duelo fantasma entre el Deportivo y el Betis, ese que suspendió el huracán, las preguntas llevaron de nuevo a Gaël a su único gol en España durante la campaña 2015-2016. «Eso es pasado», contestó él, alejando cualquier atisbo de felicidad del entorno de la zona más gris de su trayectoria profesional.

Ayer sí se le vio alborozado en el Pizjuán. Celebró con abrazos y sonrisas un ajustado zurdazo y un soberbio gol de falta directa desde la frontal. El conjunto coruñés se guarda ese tipo de dianas para los sinsabores de sus visitas al barrio de Nervión. Dos cursos atrás, el Dépor recibió también otros cuatro del Sevilla, pero, como ayer, consiguió durante unos minutos restablecer a balón parado la igualdad. El espejismo del 1-1 salió de las botas de Medunjanin y acabó en la escuadra; la otra, a la derecha de Beto. Kakuta apuntó a la izquierda de Rico y por allí la clavó. Precioso; intrascendente gol.

Un tanto que no encierra puntos, ni ese, ni el primero, pero que sirve a su autor para dar señales de vida ahora que tanto se le va a necesitar. Porque Mel ya dejó claro en la previa que a su equipo le hacen falta futbolistas del perfil del francés, quien hace unas semanas tiró de ancestros para representar al Congo en un amistoso frente a Kenia.

En su estreno con la selección africana, perdió, como ayer. Y como ayer, hizo gol. De falta directa, con su pierna buena (la izquierda) y chutando hacia el mismo palo junto al que alojó el cuero de regreso a Nervión. Dos semanas después de su debut como internacional absoluto irrumpió a zurdazos en la fiesta de despedida de Monchi. Se encargó de maquillar al invitado, que había entrado al acto hecho unos zorros y que se despidió a la hora y media con la esperanza de recuperar para la Liga a ese soberbio futbolista esfumado hace un año por la puerta de atrás del Pizjuán.