Más errores propios que virtudes ajenas

José M. Fernández

TORRE DE MARATHÓN

03 abr 2017 . Actualizado a las 17:46 h.

Más allá de la justicia o injusticia, de los merecimientos de unos y otros o de errores arbitrales de apreciación, el Dépor se pegó ayer un par de tiros en el pie. Un asunto realmente preocupante cuando en juego está algo tan importante como la permanencia. Encajar un gol a balón parado con hasta cuatro rivales en disposición de fusilar a Lux y otro en propia meta a la salida de un córner, sin peligro alguno, solo indica que el nivel de atención defensiva del Dépor en Mestalla no ha estado a la altura de un equipo que se juega la posibilidad de tener un final de temporada tranquilo. El conjunto coruñés ha estado algo más que discreto en defensa, con demasiadas concesiones frente a un Valencia al que se le hace larga la temporada.

Después de seis partidos -dos victorias, dos empates y dos derrotas-, el efecto Mel parece haberse contagiado de la herencia de Gaizka Garitano, porque de esa forma puede entenderse el regreso a algunos de los vicios de la etapa anterior, esos que remitían al fallo de un lanzamiento de penalti -el cuarto de seis en la Liga, algo que debería de empezar a preocupar-, al error arbitral que con 0-0 priva a Carles Gil de adelantar a su equipo en la que fue su casa o, incluso, a la posibilidad de que Montoya y Enzo Pérez hicieran méritos para enfilar antes de tiempo el camino del vestuario.

En Mestalla, colaboró más el equipo coruñés a su propia derrota que el Valencia a su victoria. Dispuso de ocasiones el grupo de Pepe Mel, incluso, pese a no marcar, el experimento del dúo ofensivo desde el inicio -Joselu y Andone- emitió algunas señales de que se puede repetir y la insistencia de Juanfran volvió a ser la mejor vía -casi la única- para llegar a la portería rival. Casi tan previsible como el resto de la temporada. No es fácil cambiar de un día para otro, aunque vuelva a ser necesario. Viene el Granada.