El Dépor juega otra liga diferente a la del Osasuna. Primera buena noticia del domingo para un equipo que hasta hace unas semanas había emitido señales contradictorias, empeñado en limitar sus sueños a una permanencia de mínimos. Pero la lista de hallazgos se estira ahora después de zarandear a un rival timorato en su planteamiento, torpe con el balón y nulo para crear peligro. Andone continúa on fire, los caracoleos y el alma de killer de Babel ya compensan el precio de una entrada, Çolak recupera la inspiración y el gambeteo que le acompañan cuando siente cerca el mar de Riazor, Carles Gil cierra las dudas en la banda derecha...
¿Está el Dépor listo para volar más alto? Probablemente. Si nada se quiebra el miércoles en la Copa, abundan elementos para pensar que el próximo año dibuje un equipo más ilusionante que el del inicio del otoño.
Como todo encaja, Garitano -que no agitaba cada semana la alineación porque sí- ya tiene un once tipo. Por ahora con Babel en la izquierda. Quizá valga la pena disfrutarlo el miércoles ante el Betis. En solo tres meses ha destrozado su cartel de vieja gloria medio en retirada. Primero necesitó inteligencia para paliar aquel físico limitado de su llegada. Talento ya le sobraba para conectar algún disparo como el que salvó el triunfo ante el Sporting. Ahora su clase luce por todo el ataque. Escorado a banda o en zonas de remate. Su reinvención es directamente proporcional a sus opciones de encontrar una oferta mareante que le aleje del Dépor. La ley del mercado, la que quiso regatear el club ya en septiembre con un contrato más largo. La que permitiría que llegase otro luego. Es difícil que sea tan bueno.