Hasta la próxima, zorro

TORRE DE MARATHÓN

Arsenio recibió el sentido homenaje de la afición blanquiazul en el cierre de la temporada liguera

15 may 2016 . Actualizado a las 10:43 h.

«Muchas gracias y hasta la próxima. Que Dios reparta suerte». Arsenio, zorro, ya dejó dictada hace años la despedida para esta temporada. Fue cuando los goles en Riazor no subían aún a esos videomarcadores tan guapos, pero el mensaje sonó ayer alto y claro a través de ellos mientras su autor se emocionaba sobre el césped, como merece. Así cerraron el curso Iglesias y su Dépor, a falta de tres cuartos de hora intrascendentes y con una ovación de libro para el de Arteixo, inexplicablemente escamoteada hasta la fecha.

Por las pantallas en las que hasta entonces lucía el 0-2 fueron pasando viejos compañeros y pupilos desgranando motivos para tildar al bruxo de sabio, padre o maestro. «Contigo aprendimos...» y ahí fue cada uno encajando la lección más valiosa entre las recibidas. De la humildad al sentido común. De Manolete a José Ramón, pasando por (y aquí va la lista al completo) Joanet. Cervera. Luis, Belló. Pardo, Pepe Vales, Oregui, Jorge, Ballesta, Vicente, Franganillo, Aspiazu, Gil, Stoja, Lasarte, Djukic, Claudio, Mauro (aplausos máximos), Bebeto (más aplausos), Manjarín, y Alfredo y su gol. «Aprendimos a celebrar», se escuchó mientras la vista se regalaba el tanto de Santaelena y la grada lo cantaba como si aquello fuera una final de Copa y no el descanso de un vulgar partido contra el aspirante a ganar la Liga.

«Don Arsenio Iglesias Pardo, lo más grande del deportivismo», tronaba la megafonía mientras una pancarta afirmaba desde General: «Arsenio para nos sempre serás o mellor». El prota desaparecía ya entre los brazos de Tino Fernández y la nube de fotógrafos, pero aún era posible recordar su figura volviendo la cabeza al videomarcador. Entre aplausos reservados para los mitos se alzaba su voz amplificada: «Muchas gracias y hasta la próxima. Que Dios reparta suerte».

Pletikosa, de retirada

Manteo y vuelta de honor para el efímero portero croata. Bien podría haber muerto ahí el partido, pero esta temporada no ha habido manera de dejar con buen sabor de boca a la grada. El túnel de vestuarios se tragó al zorro y devolvió al césped a 22 futbolistas desganados. Unos, conscientes de que el título era una quimera (iba sobrado el Barça en Granada) y que ni siquiera estaba ya el Pichichi en juego (Suárez goleaba en Los Cármenes y Cristiano se batía en retirada). Los otros, porque la brecha del duelo era ya insalvable por mucho que el Madrid jugara al trote. Así que de la mezcla resultó el tedio que llevó hasta el 90 con escasos sobresaltos.

César Quian

Los pocos que aportó la visita los resolvió Pletikosa, cuya solvencia solo dejó una duda: ¿Por qué no hubo más del croata esta campaña? Él apuntó como motivo un choque de egos entre el despacho y el banquillo. Fue en declaraciones al mismo diario (Sportske Novosti) en el que confirmó la decisión de dar su carrera por concluida. Riazor se encargó de que no le faltara de nada a la despedida.

La hinchada se enganchó de inmediato al gigante de Split. «Pleti, pleti», jalearon cuando frenó a Benzemá y a James. «Quédate», le pidieron cuando detuvo a Marcelo. En cuanto pitó Mateu, los compañeros le demostraron su sintonía con un manteo y a cambio Stipe les regaló una sorprendente fiesta de fin de curso. Porque si la afición ha hecho gala de paciencia durante todo el 2016, ni los más optimistas esperaban una ovación de cierre para una campaña cuesta abajo. Pero se la llevó el croata, con vuelta al ruedo incluida. Abandonó el estadio (y el fútbol) torero, de la mano de su hijo y vitoreado en cada esquina. Un premio a la altura de 20 años de notable carrera, pero difícilmente al nivel de un efímero paso por A Coruña.

Ovaciones selectivas

El culebrón Lucas empieza sin sonido ambiente. No pocos le envidiarían al arquero la ganancia de sus cinco meses en A Coruña. Tuvo la suerte de toparse al público en el lugar y el momento adecuado, salvando al Deportivo de una goleada justo en la última cita y con la salvación resuelta. El mismo día elegido por Lucas para no ver puerta.

César Quian

Así, la afición se hinchó a aplaudir a Manuel Pablo, por si las moscas de la retirada, y a Fede por sus cabriolas. Incluso a Fayçal, Mosquera y Arribas, elegido para dejar hueco y sentarse satisfechos en el banquillo. Pero en la euforia obvió al 7, sustento en días de necesidad y llamado a tiras y aflojas de verano.

Prometedor estreno

Róber, el guiño a la cantera. Y como el duelo era ya de amigos, entre el homenaje a Arsenio y la despedida a Pletikosa hubo tiempo de colar una bienvenida. Riazor estrenó versión liguera de Róber (ubicado en su sitio), bendecida por Sidnei: «El Dépor tiene un gran central para el futuro». Al final, la fiesta de fin de curso va sobrada de motivos.

Paco Rodríguez