Lucas Pérez: El estorbo de Monelos

Xurxo Fernández Fernández
xurxo fernández A CORUÑA / LA VOZ

TORRE DE MARATHÓN

PACO RODRÍGUEZ

Pocos delanteros de las grandes ligas generan tantos problemas a la zaga rival, sin dar una bola por perdida

25 ene 2016 . Actualizado a las 19:33 h.

«No da una bola por perdida. Te obliga siempre a un golpe más». En los días de gloria de Rafa, Nole se rindió a la constancia del balear, reconociendo la complicación que implicaba ganarle cada punto. Tenistas con mejor técnica y repertorio que Nadal cedían ante su intensidad y su hambre de victoria. La imagen, pelo alborotado, frente sudada, dientes apretados, se convirtió en marca España.

Hoy que esa España escudriña en busca de un delantero capaz de rematar todo lo que sus artistas generan, el Dépor tiene a un jugador a imagen del deportista más carismático de esta esquina europea. Lucas sueña con la selección y ofrece a cambio una larga serie de innegables virtudes que acostumbra a sacar a relucir frente al Valencia, el Federer del de Monelos.

Como Nadal, Pérez gana cada batalla por desgaste, se mete en la cabeza del adversario y le hace olvidar cualquier hipotético salto en prestaciones. Que donde su club puso 25 kilos, el blanquiazul solo tuvo que soltar 1,5 en cómodos plazos. La diferencia de valor de mercado, desfasada ya hace tiempo, se achica con cada carrera del 7 a la espalda de un rival que durante hora y media está condenado a no vivir tranquilo. El músculo de Abdenour fue ayer un lastre para el central, incapaz de adivinar desde que lado de su fornida espalda irrumpiría Lucas, que empleó varias veces al armario tunecino como parapeto.

Al olor de la sangre, fue el zaguero más débil de los visitantes el elegido para soportar el mayor castigo, aunque nadie en la zaga valenciana salió de rositas. El hombre gol blanquiazul abrió el duelo ligeramente escorado a la izquierda, pero si Gayá se confiaba, si el lateral zurdo se permitía media duda, por allí asomaba Lucas para descubrir un saque de banda a favor en lo que parecía una sandía. No hay en la Liga, quizá en las ligas, un futbolista capaz de generar tanto desconcierto cuando el balón pica alto. Pocos con esa habilidad para fijar al adversario con la espalda y ganarse un par de metros en la arrancada. Una virtud de la que vive bien el Deportivo.

De esa y de la presión ordenada, con el de Monelos como guía. En cuanto él elige presa, el resto se mueve para eliminar opciones de alivio al portero o los centrales contrarios. Si la recuperación no es inmediata, el 7 se adapta a la propuesta del día. Hace una semana, frente a una Real desatada, tocó perseguir en desventaja balones llovidos desde muchos metros atrás, el territorio de Lux y Sidnei. Ayer, con los de Neville apocados desde el minuto uno, hubo opciones para trotar en horizontal, en paralelo a la defensa rival, a la espera de que a algún compañero se le encendiera la luz del pase al hueco.

Sociedad con Luis Alberto

Para explotar esa suerte, la asociativa, la que separa el deporte individual del colectivo, Lucas ha tenido la suerte de coincidir con Luis Alberto en A Coruña. En su última tarde juntos fabricaron dos goles, aunque al colegiado le parecieron muchos y se robó uno. El andaluz pasó después por zona mixta para fardar de amigo: «Los dos nos llevamos muy bien, tanto dentro como fuera».

A la cita con la prensa acudió también Bergantiños. El de la Sagrada no ahorró elogios con su vecino: «Lucha siempre al máximo, es un incordio para el rival». Bendito estorbo, el de Monelos.