Un empate de mérito o un punto insuficiente. Lo mejor, que el Dépor es capaz de competir; lo peor, un cuarto de hora inicial en el que a punto estuvo de tirarlo todo por la borda. Once jornadas sin conocer la victoria quizá no sean una invitación al optimismo, por más que con Víctor Sánchez del Amo el conjunto coruñés haya sumado dos empates a domicilio en sus dos últimos desplazamientos, pero al menos ahora sabemos que el Dépor está dispuesto a competir en cada partido, parece tener un plan para pelear cada cita y no es el grupo timorato y blando que aparentaba ser.
En Málaga, Víctor no varió el dibujo que mostró en San Sebastián, pero sí cambió a algún actor: reforzó su apuesta por dos centrocampistas de orden y contención -Borges y Bergantiños- con la inclusión de Juan Domínguez. Ganó así el grupo en cohesión y consistencia; incluso, a pesar de los problemas defensivos en el tramo inicial y de alguna que otra contra evitable, el Dépor tuvo más peso en el juego que en citas anteriores, discutió el control del juego a un Málaga que pelea por los puestos europeos y le generó las suficientes dudas como para hacerle temer en la posibilidad de una derrota inesperada. No hubiera sido injusto. El Dépor ha reaccionado; hacer bueno el punto dependerá ahora de lo que suceda en Elche y de los errores o acierto de los rivales directos. Nada nuevo.