Víctor Sánchez ya camina solo

josé m. fernández A CORUÑA / LA VOZ

TORRE DE MARATHÓN

CESAR QUIAN

Tras años de preparación, el deportivista que conquistó el Camp Nou debutará como técnico con su Dépor

10 abr 2015 . Actualizado a las 20:46 h.

Su primera gran oportunidad le ha llegado antes de lo que pensaba. Sobre su futuro y la posibilidad de entrenar algún día al Dépor, hace apenas 3 años, Víctor Sánchez del Amo, entonces ayudante de Míchel en el Sevilla, reflexionaba: «El tiempo, las fuerzas y las capacidades nos dirán a dónde podemos llegar». Desde ayer tiene la misión de lejar del abismo a un Dépor al que llegó como jugador en el verano de 1999 y en el que permaneció hasta el 2006, tiempo para ganar una Liga, una Copa y dos Supercopas. Retirado un tanto prematuramente por las lesiones, encaminó su futuro hacia los banquillos. En su período de aprendizaje, un curso de director deportivo y los tres niveles del curso de entrenador. Y el carné de impenitente observador desde que fue reclutado para la cantera blanca, casi desde el mismo momento en que se le colgó aquel sambenito de «heredero de Míchel».

Pero como si se tratara de un guiño del destino, la vida de Víctor Sánchez del Amo (23 de febrero de 1976), madrileño de Getafe, parece irremediablemente asociada a A Coruña. Así, su debut en Primera se produjo con Arsenio Iglesias en el banquillo del Madrid, en aquella extraña experiencia del Bruxo de Arteixo tras su abrupta salida del Dépor, y frente al Celta. Fue un 25 de mayo de 1996, en la Romareda.

«Hat trick» en Balaídos

Después, ya con Capello en el banquillo blanco, se hizo un hueco en el primer equipo, formó parte del equipo que ganó la Liga y, posteriormente, la Copa de Europa. Tras un breve paréntesis en el Racing de Santander, recaló en el Dépor para adueñarse durante siete temporadas de la banda derecha de Riazor. En la memoria colectiva del deportivismo, sus hat trick en Balaídos o los dos goles en la primera victoria del conjunto coruñés en el Camp Nou, en febrero del 2001.

Con el conjunto coruñés firmó sus mejores años como profesional y, ahora, el Dépor le ofrece la posibilidad de debutar como primer entrenador después de varias experiencias al lado -como no- de Míchel, el jugador del que un día heredó la banda derecha del Bernabéu y el entrenador que en el 2010 le llamó para echarle una mano en el Getafe.

Ahora, liberado de las ataduras de Míchel, con el que además firmó un tenso final en el Olympiacós, le toca hacer de primer espada, de echarse a las espaldas un proyecto en uno de los momentos más delicados de su historia.

¿A quién ha entrenado o, traducido al atávico idioma futbolero, con quién ha empatado? «Está preparado y eso es lo importante», responde Alex Couto, uno de los técnicos con los que Víctor realizó el curso práctico de entrenador en las filas del Montañeros. «Es muy inteligente, sabe manejar los registros, tiene claros los conceptos. Y siempre ha estado pendiente de evolucionar, de seguir un proceso de aprendizaje», insiste Couto, para quien Víctor es, además, una valiente apuesta por parte del Deportivo, una conexión con el Superdépor, un aldabonazo emocional con la afición y una elección amable.

En Sevilla, donde le tocó lidiar una época complicada -con la apuesta por Palop en la portería en lugar de Diego López- señalan a Víctor como el pegamento necesario para sostener el grupo, pero, sobre todo, como el artífice de la estrategia, el dueño de una pizarra que sirvió para convertir al cuadro andaluz en un maestro del balón parado.

«Para mí lo reúne todo», asegura sobre Víctor el también ex deportivista César Martín. «Es inteligente, tiene mucha experiencia por lo que ha vivido como jugador, pero también porque se preocupado de formarse, está muy bien preparado. Tiene mucho bagaje», insiste César, para quien la decisión de su fichaje es «tan valiente como, seguro, fundamentada».

Capacidad para adaptarse

¿Y cuál será la propuesta futbolística de Víctor? Nadie, tampoco Álex Couto o César Martín, pone en duda que el nuevo entrenador del Dépor siente predilección por el juego combinativo, por el despliegue ofensivo; características que encajan en su trayectoria como jugador: un extremo de buen toque y mejor centro. «Tiene criterio y sabrá a adaptarse a lo que tiene», asegura Couto, que sostiene que Víctor «dará valor al juego y a los jugadores».

Para su ex-compañero de equipo y amigo César, el nuevo inquilino del banquillo del banquillo de Riazor es, «como en su época de jugador», una persona trabajadora y muy exigente, consigo mismo y con el entorno. Siempre ha tratado de crecer, así que estoy convencido de que le va a ir muy bien». Una tarea que apenas le va a dejar tiempo para cultivar algunas de sus pasiones -siempre deportivas-, como el tenis, el golf o el pádel. En A Coruña, el lugar en el que nació uno de sus hijos y al que trasladará, una vez más a toda su familia el próximo verano. Sería una buena señal. En su casa.