La obra magna que silenció Highbury

Fabián Bouzas LA VOZ

TORRE DE MARATHÓN

El 12 de marzo de 2002 el Deportivo logró una de las victorias más prestigiosas de su historia derrotando al Arsenal en su estadio 0-2 con una exhibición de fútbol que asombró a toda Europa.

12 mar 2018 . Actualizado a las 16:45 h.

Muchos lo señalan como la obra cumbre del Deportivo en Europa, el encuentro más completo en líneas generales de la etapa de Javier Irureta en A Coruña, el momento más invulnerable de un Dépor que dejó boquiabierto al continente con una auténtica exhibición en el ya extinto estadio de Highbury.

Era el 12 de marzo de 2002, simplemente habían pasado siete días desde la histórica gesta del Centenariazo, pero ese equipo seguía en estado de gracia, el momento de forma física y técnica rozaba la excelencia de un conjunto coral y armónico en el que todas las piezas afinaban a la perfección.

Una perfección que se llevó por delante a todo un Arsenal, que se vio arrasado y superado por un Deportivo que dominó de principio a fin un encuentro histórico que finalizó con un memorable 0-2, con goles de Valerón y Naybet.

No fue solamente el triunfo, fue el modo de conseguirlo. La flagrante superioridad mostrada por el Deportivo, que empequeñeció a un Arsenal legendario hasta hacerlo parecer un equipo mediocre. En ese equipo gunner estaban leyendas como Seaman, Sol Campbell,Vieira, Pires, Bergkamp o Henry. Estrellas mundiales incapaces de dominar a un Deportivo que entonces jugaba de memoria, con un once muy asentado que se encontraba entonces en el mejor momento de la temporada: Molina; Scaloni, César, Naybet, Romero; Sergio, Mauro Silva; Víctor, Valerón, Fran; Diego Tristán.

Desde el primer minuto el Dépor se adueñó del partido, el Arsenal corría, contragolpeaba y también tenía sus ocasiones, pero el dominio y superioridad deportivistas era total. El primer gol llegó a la media hora con una fantástica jugada hilada en banda izquierda entre Fran y Romero. El lateral se incorporó hasta línea de fondo tras un pase en profundidad del canterano y dio el pase de la muerte para un Valerón que definió con clase y sangre fría dentro del área para llevar al marcador la superioridad que se plasmaba sobre el césped.

Apenas diez minutos después llegaba el segundo, el gol de Naybet, tras una jugada larga, muy elaborada, en la que el Deportivo movió el balón de lado a lado en el área del Arsenal, mientras el equipo de Arsene Wenger no podía hacer otra cosa que perseguir sombras. Triangulaciones, paredes, elaboración precisa y preciosista; Valerón, Naybet, Fran, de nuevo Valerón y finalmente Naybet con ese disparo con la diestra que tocó en Stepanovs para despistar a Seaman y marcar el segundo ante la estupefacción de un estadio de Highbury atónitó ante la incapacidad de los suyos de capear el vendaval blanquiazul.

En la segunda parte el Dépor mantuvo el partido bajo control en casi todo momento, y cuando no lo hacía ahí estaba Molina, convertido en un ángel de la guarda. Por aquel entonces también en un estado de forma pletórico, el guardameta volvía a aparecer cuando más lo necesitaba su equipo y llegó a detenerle un penalti a Thierry Henry, engrandeciendo un poco más la magnitud de aquella gesta.

Aquel triunfo sirvió para clasificarse matemáticamente para los cuartos de final, pero especialmente sirvió para disfrutar de quizá el momento cumbre del Deportivo de Irureta, un equipo coral y que funcionaba como un compás. Un compás  que mostró  en Highbury a toda Europa la obra magna de un equipo de ensueño cuyo límite parecía el cielo, aunque finalmente fueron los «diablos» de Manchester los que acabarían esa temporada con las ilusiones de gloria. Unas ilusiones que dispararon un orgullo eterno por aquella inolvidable gesta en Highbury en la que el Dépor venció como lo que era entonces, un grande de Europa.