La noticia de que Tebas ha nombrado a Lendoiro embajador de la LFP ha producido una mezcla de cachondeo e indignación. Bien en las redes sociales, bien a pie de calle, algunos han tomado con humor que el presidente de la Liga haya premiado a Lendoiro con un puesto simbólico por «ser un referente de la gestión deportiva».
Pero al margen del sentido del humor y de los numerosos chistes que se han hecho sobre el nombramiento y el prestigio de la marca España, abundan los indignados que hablan de «vergüenza», «burla», «incredulidad», «perplejidad», «tomadura de pelo»...
Numerosos comentarios vertidos sobre el asunto coinciden en preguntarse sobre si será Lendoiro (Corcubión, 1945) una de las medidas tomadas por Javier Tebas para renovar el obsoleto funcionamiento del fútbol español. Otra idea recurrente versa sobre los tejemanejes de Tebas, sus pagos de favores y sus amigos. Igualmente, ha habido lugar para la comparativa con la política y como nuestros representantes se premian los unos a los otros por muy grande que sea el escándalo que los salpique.
Incluso fuera de Galicia se han molestado por el nombramiento de «alguien que ha arruinado un club», llegando a preguntarse cómo es posible que Tebas no haya mostrado gestos de apoyo hacia el Eibar, un club saneado que podría no ascender por las exigencias que le han impuesto para su conversión en SAD, y sí premie a quien acabó su gestión con 160 millones de deuda.
Lo más curioso de todo es que, a pesar de la indignación y de los chistes, pocos se muestran sorprendidos por la noticia del embajador. Y es que ya son legión los que saben que el fútbol de Tebas y de Lendoiro es así.