El Dépor vuelve hoy al trabajo en Abegondo y la situación que afronta el conjunto blanquiazul en el terreno deportivo no es buena. Es buenísima. Cuando empezó la temporada, nadie contaba con encontrar al equipo en esta situación. Y menos con que protagonizase una racha como la que mantuvo hasta los últimos dos partidos previos a las vacaciones.
El gran mérito ha estado en el encomiable trabajo de Fernando Vázquez, muy centrado en la solidez defensiva. Sobre todo, por la situación en la que se encontró durante la pretemporada. El lunar no se le escapa a nadie: al Dépor le cuesta crear ocasiones, sobre todo cuando el rival se adelanta. Y yo soy de los que piensan que la solidez por si sola no va a ser suficiente para llegar al final de esta campaña entre los dos primeros.
Quizá sí para lograr la promoción de ascenso, pero si se aspira a algo más me parecen necesarios refuerzos en materia ofensiva. No muchos, pero sí algo que ayude a mejorar tanto la llegada al área rival como la materialización de oportunidades (un hombre de banda y un delantero rematador). Unas incorporaciones que a no tendrían porqué perturbar la fenomenal disposición del vestuario blanquiazul si se tienen en cuenta a la hora de fichar otros aspectos más allá de los técnicos y tácticos. Se ha conseguido un equipo sacrificado y hay que traer a alguien que sume en la labor de equipo. Estoy seguro de que el entrenador es perfectamente consciente de ello.
Nosotros lo logramos para firmar el penúltimo ascenso. Entonces, llegó Djukic. Arsenio quería alguien que ayudara a la solidez defensiva y me encargó la búsqueda. Apareció un jugador prácticamente desconocido, que no solo ofreció un rendimiento fabuloso como central sino que se integró de inmediato en el grupo y fue clave en la consecución del objetivo. Hoy no es la defensa sino el ataque lo que parece necesario reforzar, pero la idea debería ser la misma: otro Djukic para el Dépor.