Sólido, serio y precavido

josé m. fernández A CORUÑA / LA VOZ

TORRE DE MARATHÓN

Tras una hora de clara superioridad, con dos delanteros, el Dépor acabó pidiendo la hora y aferrándose a su solidez defensiva sin delanteros y con tres centrales

08 dic 2013 . Actualizado a las 18:08 h.

Un Dépor con dos caras. Una desconocida, que anuncia lo que puede ser; y otra, más habitual, en la que maneja el juego desde la solidez defensiva y con la que se ha fabricado el liderato. Con la primera rompió el partido; con la segunda aguantó la ventaja. Amagó un par de veces durante la temporada Fernando Vázquez con jugar con dos delanteros y, finalmente, se decidió. Fue la gran novedad. El Borja y Luis Fernández. Toda la pólvora sobre el césped. Escogió el técnico gallego a un rival en apuros, inseguro, con nuevo entrenador y, sobre todo, cohibido por un escenario como Riazor. Y le salió bien, porque la grada asistió a una hora de placidez, sin sobresaltos y, sorprendentemente, con la posesión del balón.

Cambio de sistema

Borja y Luis Fernández

Por primera vez en la temporada. Quizá por el rival, pero Fernando Vázquez probó con un once y un esquema distinto. Dispuesto a ir por el partido, a dominar de principio a fin. Con Luisinho como lateral profundo y Culio, alternativamente, en una u otra banda. El Dépor se apropió del balón frente a un rival inestable atrás y medroso en la salida. Todo parecía más ordenado, incluso Juan Domínguez, con Culio más pegado a la banda, recuperó el protagonismo, jugó más suelto y dispuso de más jugadores por delante.

Las pequeñas sociedades

Culio-Luisinho y Juan Domínguez-Juan Carlos

Culio es uno de los seguros de vida del equipo coruñés. Le da lo mismo por una banda que por otra, gana todos sus duelos y se asocia con Luisinho como si llevaran toda la vida juntos, incluso aunque el argentino, como sucedió ayer en el primer gol, pueda partir desde la derecha. Una incursión del portugués, más profundo por la banda izquierda que Manuel Pablo, acabó en un centro que Juan Carlos envió a la red. Si el fútbol crece con las pequeñas sociedades, el Dépor disfruta de la que forman Culio y Luisinho, y se atisba la que pueden formar Juan Domínguez y Juan Carlos.

Bastón vuelve a marcar

Juan Domínguez puso la brújula

Juan Domínguez recuperó la manija, al menos durante los mejores momentos de un Dépor mandón y dominador, favorecido por un rival inseguro. Todo parecía resuelto en el minuto 48, cuando Juan Domínguez encontró el pasillo para que Bastón, en su reencuentro con la titularidad, volviera a ver puerta. El Dépor no pasaba apuros y parecía cuestión de tiempo el madurar el partido para cerrar la primera gran goleada de la temporada.

Los pequeños detalles

Un córner innecesario

Los pequeños detalles también son importantes, a veces incluso decisivos. Cuando el Dépor tenía más controlado el partido, surgió lo inesperado, un nimio error que metió al Alavés en el partido. Un mal pase de Borja acabó en el saque de esquina del que nació el penalti de Culio. Una pena máxima innecesaria, casi invisible, pero fraguada a un par de metros del colegiado.

El muro

Vázquez cerró el partido con tres centrales

Con 25 minutos por delante, el Alavés pensó en el empate. Fernando Vázquez, también. Sobre todo después de que Germán Lux sacara una mano imposible a un remate de cabeza de Jarosik. Ahí volvió el Dépor firme e inexpugnable atrás, aunque solo sea por acumulación. Tres centrales y una invitación al sufrimiento que el Alavés no aprovechó, quizá porque puso más corazón y empuje que cabeza; justo lo que le sobra a Marchena, Insua y compañía.