Una mañana para olvidar

josé m. fernández REDACCIÓN / LA VOZ

TORRE DE MARATHÓN

CESAR QUIAN

El infortunio se ceba con un Dépor al que también le penalizan sus errores

19 nov 2012 . Actualizado a las 12:13 h.

Un día para no salir de casa. El Dépor agotó ayer la cadena de desgracias para toda la temporada. Cierto que, al menos en la primera parte, tampoco puso demasiado empeño para cambiar una dinámica que le deja en penúltima posición y con todas las alarmas encendidas, por las consecuencias a corto y a medio plazo de una derrota especialmente dolorosa.

Álex, portero improvisado

Dos lesionados antes del cuarto de hora, un penalti errado, la expulsión del portero con los tres cambios hechos y el debut bajo palos de Álex Bergantiños, otro chico para todo que emuló durante 25 minutos lo que en su día tuvieron que hacer Donato (9 minutos en el 2001 contra el Oviedo) y Juan Rodríguez (6 minutos en el 2009 en el Camp Nou). Casi nada salió bien la mañana en la que la afición empujo más aún que otras veces y el equipo sí ofreció una briosa reacción en la segunda parte, pero más con el corazón que con la cabeza.

Seis minutos se mantuvo sobre el campo Marchena, al que unas molestias le habían impedido jugar en Zaragoza la semana pasada. Antes del cuarto de hora, Zé Castro le acompañó. Martins, una pesadilla para la zaga blanquiazul, aprovechó la primera indecisión entre el improvisado central -Álex Bergantiños- y Aythami para batir a Aranzubia. Una jugada al mejor estilo Levante, de ese equipo coriáceo, experto y al que no le sonroja dejar solo un jugador por delante del balón. Una combinación de fútbol (Barkero) y fútbol directo, capaz de exprimir un pelotazo. Así llegó el primer gol. Pase de Munúa y remate de Martins. Fieles a su estilo.

Un primer tiempo sin ocasiones

Con una defensa improvisada y un rival encerrado, era previsible que el Dépor sufriera con las contras del Levante. Lo que nadie esperaba era que el conjunto coruñés fuera incapaz de generar una sola ocasión de gol en toda la primera parte. Lento e impreciso, su juego fue un regalo para un rival que se limitó a aguantar con oficio y esperar su ocasión.

La factura de las tarjetas

El penalti pudo haberlo cambiado todo. Sin el habitual lanzador en el campo (Pizzi, tras su expulsión en Zaragoza). Riki mandó al limbo buena parte de las posibilidades; el resto se agotaron con la segunda tarjeta a Aranzubia, con el tercer cambio ya hecho. Dos tarjetas por protestar (la semana pasada en Zaragoza y ayer en Riazor) acabaron por pasar factura. Dos expulsiones, las primeras de la temporada, en las dos últimas jornadas. En la delicada situación en la que se encuentra el Dépor, todo resta.