¿Por qué hay que usar protector solar en invierno?

La Voz REDACCIÓN

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Durante los meses de mal tiempo, los rayos solares siguen incidiendo en nuestra piel aunque nosotros restringimos erróneamente este tipo de tratamientos al verano

27 ene 2015 . Actualizado a las 03:07 h.

Lo hacemos inconsciente o automáticamente, pero, según apuntan todos los expertos en dermatología, de forma errónea. Sin darnos cuenta, llega un momento del año, coincidiendo probablemente con la llegada de septiembre, en que guardamos todas las cosas de ir a playa. Empaquetamos los trajes de baños, las chanclas y las cremas solares para desempolvarlos de nuevo en junio o, como muy pronto, en mayo. ¿La razón? Ninguna en especial, aunque todo apunta a que lo decidimos a mutuo propio ya que consideramos que cómo no vamos a la playa a tostarnos bajo el sol no es necesario proteger la piel del astro. Sin embargo, es un pensamiento totalmente desacertado. En las estaciones de entretiempo e invierno el sol sigue enviados sus rayos e incidiendo en nuestra piel, aunque esté nublado. Su efecto sigue siendo el mismo, aunque haga mal tiempo. Es decir, sigue provocando la aparición de arrugas, manchas y otros signos del envejecimiento. Aunque existe una pequeña diferencia entre los rayos estivales y los invernales. Durante los meses de verano, la radiación predominante es la B (los UVB), que son las responsables de quemaduras solares y del cáncer de piel. En cambio, en invierno se reducen para dejar paso a los rayos ultravioleta A (los UVA), que provocan el envejecimiento de la piel. Así, la Academia Española de Dermatología recomienda usar en invierno una crema hidratante con protección solar factor 15 o superior. Y los expertos incrementan hasta 50 el factor si vamos a la nieve -como la crema de rostro y escote Delial Sensitive Advanced FPS 50+ de Garnier-, ya que al funcionar como un espejo y reflejar la luz del sol hacia nosotros, aumenta los efectos de los rayos llegando a provocar quemaduras. Asimismo, los expertos recuerdan que, a pesar de que en invierno, la incidencia de los rayos solares es menor, no hay que olvidar hidratar tras «tomar» el sol -con, por ejemplo, una emulsión After Sun de Shiseido- y el efecto acumulativo del daño provocado por el sol durante los meses de entretiempo e invierno. Pero no pasamos del verano al invierno de golpe. Durante los meses de otoño e invierno, los expertos recomiendan seguir usando el protector solar. Concretamente, aquellos de carácter medio y de factor 15, 20 o 25. Pero las cremas solares no es la única recomendación de los que saben de esto para estas fechas y existen otros muchos tratamientos -como los que se pueden encontrar en El Corte Inglés-. Para evitar las tradicionales rojeces por la dilatación de los vasos ante los choques térmicos entre el interior y el exterior, los granitos por la acumulación de células muertas, y la tirantez provocada por sequedad debida a la falta de humedad, que surgen día sí y día durante el invierno, los expertos recomiendan hidratar, y mucho, la piel realizando además alguna que otra exfoliación a la semana. Pero no solo a golpe de crema, puesto que aconsejan protegerla manteniendo la calefacción a unos 22 grados y abrigarla desde dentro bebiendo agua y tomando alimentos ricos en vitaminas y antioxidantes. Y ojo al pelo La piel no es la única que sufre los efectos del sol. Como ya pasa en verano, en invierno el cabello es el gran olvidado. Por un lado está la incidencia del sol, y por otro el propio frío habitual en estas fechas. La combinación de ambos da un cóctel terrorífico para el pelo ya que causa un excesivo resecamiento provocando un tono más mate y sin brillo, un aspecto como deshidratado y que las puntas se abran. El remedio, como ya se recomienda en los meses estivales, es tirar de champús o espray con protector solar -como el aceite protector reforzante Collistar que ofrece una barrera de protección real contra las agresiones externas-.