Jane Birkin, la primera chica boho

La Voz REDACCIÓN

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La parisina fue la semilla de una nueva tribu urbana, un híbrido de lo bohemio y lo burgués, la desobediencia y la ambición, al que se adhieren otros iconos como Kate Moss o Sienna Milller

07 oct 2014 . Actualizado a las 10:17 h.

El boho no es hippie. Lejos, muy lejos, se aferra, como bien indica su nombre, a lo bohemio, lo rústico, lo folkie y lo étnico. Pero resbalan los que a esta forma de entender la vida asocian los movimientos pacifistas de los años 60. Para entender mejor cómo respira este estilo, que volvió a subirse a las pasarelas este año y, de ellas, baja inmediatamente a la calle este invierno (no hay más que echarle un vistazo a lo nuevo de El Corte Inglés para comprobar cómo se imponen los vestidos vaporosos, los flecos, las chaquetas largas, las botas o los complementos trivales), hay que evocar a la icónica figura de Jane Birkin, la primera boho chic.

A ella le siguieron nombres como Kate Moss o Sienna Miller, naturales por naturaleza, antónimos de la sofisticación, que durante años lideraron lo que ha escalado ya de simple tendencia a estilo de vida en sí. Directamente relacionada con esta evolución nació una nueva tribu urbana, bautizada como «BoBos», híbrido de bohemio y burgués, que vivió su época de máximo esplenador con el cambio de siglo. Fue entonces cuando se encontraron la ambición de los 80 con la informalidad de los 70 y, de esta comunión, se gestó una forma de entender el mundo, aderezado con los ademanes que ya había avanzado Birkin, a caballo entre el acomodamiento económico y la rebeldía, la libertad, el arte o la creatividad.

Dice Vicente Verdú, en el prólogo del tratado de David Brooks sobre este nuevo colectivo social BoBos en el paraíso, publicado en el 2001, que los bohemios «prefieren las superficies rugosas o nudosas, las maderas sin pulimentar, las esteras, los hierros sin bruñir, las camisas de franela y no de seda, el cuello blando y no estructurado». «Todo lo que beben los BoBos, además, deja posos -continúa-: las bebidas naturales con levadura, los zumos de frutas, los cafés orgánicos dejan un rastro en señal de una densidad vital. Los BoBos eligen escrupulosamente la calidad de los vinos, las frutas, los cereales, pero deben manifestarse también muy informados sobre las propiedades particulares de las fibras con las que decoran la casa o se visten, sobre la composición de los dentífricos que usan, sobre las técnicas de elaboración de un paté. [...] El BoBo pone una atención especial en los detalles y la enorme importancia de las pequeñas cosas. No compran nada que sea llamativo, pero sí todo lo que pueda albergar un sentido íntimo».

Esta manera de enfrentarse a la vida radica pues en la informalidad, en la sencillez, en la evocación de lo arcaico. El estilo boho, derivado de esta alianza bohemia y burguesa, se rinde, como hizo Birkin hace cincuenta años, como hizo depués la clase media-alta parisina y como hace ahora Moss, a los vaqueros rotos, a las prendas de inspiración campesina, a lo antiguo. Esquiva la ostentación, se inclina por la decoración con acabados deteriorados, manchas de pintura, madera tosca y hierro rudo; una estética hogareña, casi descuidada, despreocupada y familiar, que transpira sin embargo clase y elegancia, y que, en lugar de apagarse, gana peso con el paso de los años.

Desde la aniñada joven Birkin, su magnético matrimonio con Serge Gainsbourg, sus gemidos en Je t’aime… moi non plus, su flequillo lacio y recto, sus gabardinas cortas, sus ojos verdes y su intenso perfilador negro, sus espesas pestañas, sus minivestidos, maxicinturones, el crochet, el algodón y la mezclilla, hasta el boho de nuestros días hay un suspiro. La decadencia y la languidez siguen siendo el imperativo. Lo desvencijado, lo deshilachado y lo arrugado; las flores, los estampados tribales y los tejidos naturales; la predilección por el folk, por los manifiestos de vida, por las culturas más oprimidas -máscaras africanas, accesorios indígenas...- solo recalca una máxima que en pocas ocasiones se cumple: que hay modas que no pasan de moda, que tiene, en realidad, más que ver con una actitud, con un modo de enfrentarse a la vida.