El suplicio de ir a una boda

La Voz REDACCIÓN

TENDENCIAS

Nos encantan, hasta que caemos en la cuenta de todo lo que se nos cae encima

29 jul 2014 . Actualizado a las 12:37 h.

Todo empieza cuando nos llega la invitación: antes por correo tradicional, ahora por email y el siempre presente sobre en mano. Nos emocionamos, hacemos un par de llamadas a la novia o el novio de turno para las felicitaciones de rigor si nos coge por sorpresa -aunque con la magia de las redes sociales una noticia de tal peso no será novedad- y a esas amigas -o amigos- que sabemos que irán y con las que queremos empezar a planificar todo. Sin embargo, aquí llega el primer azote de realidad: todo lo que hay que planear. Como si fuésemos nosotras las que nos vestimos de blanco y tenemos que caminar al altar para dar el «sí, quiero», las tareas pendientes se empiezan a acumular como los coches en el peaje de una autopista de la costa en agosto. Y las preocupaciones se incrementan de forma preocupante cuando no es solo una, sino que son dos los matrimonios que tenemos en nuestro calendario de eventos. Y ya no hablemos si la fiebre por casarse en nuestro círculo íntimo se ha extendido como una plaga y necesitamos más de dos dedos para enumerarlas.

Nos encantan las bodas, cierto, pero son un suplicio, una tortura china moderna. Las dudas se agolpan mayoritariamente en una dirección. Salvado el escollo del regalo para la pareja gracias a un poco de imaginación y mucho de la lista de presentes que elaboran lo novios y el problema de los desplazamientos y alojamiento si el enlace es lejos de nuestra residencia, la siguiente parada es la pregunta sin respuesta. ¿Qué me pongo? Lo primero a tener en cuenta en la reina de las BBC -bodas, bautizos y comuniones- es el protocolo que existe para estos eventos: nada de blanco si no eres la novia, el negro solo para la noche o los vestidos largos solo para bodas de tarde, sin olvidarse de que el lugar, el momento del día o la relación que nos une con el anfitrión son también elementos a tener muy en cuenta.

¿Repetir? Sí, claro

Con la máxima de que no queremos ir «como todo el mundo» por bandera, si es una boda sola, aún existe un margen de maniobra gracias al fondo de armario ya que un vestido de cóctel sigue siendo un vestido de cóctel pase el tiempo que pase, aunque siempre prudencial. Pero si son más, la veda de repetir modelito se abre con todas las precauciones que conlleva esta experiencia, es decir, evitar haber coincidido en el mismo evento con la mayoría de los invitados o que haya pasado un tiempo suficiente. En el caso de decantarse por la opción de no innovar, la clave puede estar en cambiar de accesorios, zapatos e, incluso, el abrigo o la chaqueta.

El amor por estrenar

Pero, gran problema: nos encanta estrenar y más ir de compras. Así que, visto lo visto, nada mejor que aprovechar las rebajas -como las de El Corte Inglés- que inundan las tiendas hasta finales de agosto para avituallarse de cara a las próximos casamientos, siguiendo algunos de los consejos e ideas del portal Bodamás. Para el día, apostar todo al color será una jugada segura, mientras que para las noches los tonos refrescantes y vivos serán nuestros mejores amigos. Y no te empeñes en que tiene que ser vestido -largo o corto dependiendo del momento-, el mono es la prenda de moda esta temporada y lograrás deslumbrar con algo diferente. Sin olvidarse, de los zapatos y los bolsos, prenda clave y diferenciadora de cualquier estilismo.

Y da igual que la boda sea en octubre, noviembre o diciembre o ahora, escogiendo la prenda indicada en los tonos apropiados y no muy arriesgados -no es lo mismo vestir en agosto que en pleno otoño- se puede combinar con un abrigo o blazer, medias y zapatos cerrados para tener asegurado el éxito. ¿Qué es dentro de un par de semanas? Sin problema. Lo único que cambia es que, para estos meses veraniegos, la moneda puede caer hacia colores más flúor y vivos, así como prendas multicolor encumbradas por las diademas de flores, indiscutibles tocados esta temporada.

Al final, y aunque pasamos meses quejándonos y asegurando que son un martirio, las bodas nos encantan, ya seamos un invitado más o uno de los novios.