«El concurso ha sido un máster en inteligencia emocional»

bEATRIZ pallas REDACCIÓN / LA VOZ

TELEVISIÓN

Asegura que lo más duro del programa es la convivencia con los demás y relativiza la dureza del jurado

10 jun 2016 . Actualizado a las 10:54 h.

Era uno de los favoritos para convertirse en el cuarto MasterChef, pero cayó, a pocos programas para la final, sobre la tierra batida de la Caja Mágica. Ayer, Pablo López, coruñés afincado en Barcelona, ingeniero, músico y con título de controlador aéreo, recordaba cómo nació su afición por la cocina -«empezó por un reparto de tareas en casa y, como tengo ese carácter de aprenderlo todo hasta el fondo, me fui metiendo»- y analizaba de qué modo va cambiar su vida. 

-¿Cómo ha sido la experiencia de participar en «MasterChef»?

-Muy intensa. Lo más duro fue la convivencia. Pero en la cocina me lo pasé muy bien, sobre todo en las pruebas de exterior, porque trabajabas en grupo, había reparto de tareas y me encontraba muy cómodo. Y en las pruebas creativas también. Es muy adrenalínico y emocionante.

-Precisamente en una prueba de exterior fue eliminado.

-Sí, pero fue atípica, porque era individual y requería manejarse muy bien con el cuchillo. Los platos de Jordi eran más difíciles que los demás y llegué muy nervioso al emplatado. El plato estaba rico, pero me tocó la china.

-¿Es una impresión desde fuera o se están volviendo los jueces especialmente duros?

-A veces dicen cosas muy grandilocuentes, pero no es para tanto. No tienen en cuenta la dificultad creativa de los platos, sino que valoran solo el trabajo final. Y me parece bien. Creo que hay que separar la teatralidad, limpiar el 80 % de las cosas que dicen y escuchar muy bien el otro 20 %.

-Usted era para muchos uno de los favoritos para ganar.

-Lo he visto y me he quedado muy sorprendido del apoyo que tenía fuera. Lo agradezco mucho.

-¿Qué ha aprendido?

-De cocina he aprendido cosas, aunque no tanto como me gustaría. Pero en el desarrollo de la inteligencia emocional ha sido un máster. Me esforcé mucho por salir de allí llevándome bien con todo el mundo, a pesar de la tensión que hay.

-Pero empiezan a aflorar las estrategias para ir a por el triunfo...

-Siempre las ha habido, de forma más o menos sutil. Esta semana Ángel puso las cartas boca arriba y me pareció bien. Esto es un concurso y eso es lo que hay.

-¿Qué opina de la etiqueta de empollón que le adjudicaron?

-Las etiquetas no me acaban de gustar, pero creo que lo han hecho con cariño y de cachondeo y, siendo así, me parece fabuloso.

-¿Acentúa el programa los estereotipos de los concursantes?

-Puede que haya habido una tendencia hacia el reality, hacia esa dualidad entre la cocina y el personaje. En mi caso, espero que se me haya visto más por la cocina que por el personaje. 

-¿Quién debería ganar?

-Debería haber ganado Rachel, que tenía un talento brutal. De los que quedan, prefiero a Ángel o David. Quiero que gane David.

-¿«MasterChef» cambiará su vida?

-No contaba con ello. Fui allí pensando en un paréntesis, después de trabajar durante los últimos doce años como ingeniero en obra civil y en estructuras. Pero ha sido una batidora de emociones y me he parado a pensar de cero. Este año me quedaré por Barcelona intentando practicar en restaurantes y probablemente el año que viene regrese a A Coruña para trabajar con mi padre en los negocios familiares.