Al final de la escapada

Beatriz Pallas ENCADENADOS

TELEVISIÓN

13 abr 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

La huida es el prófugo Belmondo acariciándose el labio y Jean Seberg repartiendo periódicos por los Campos Elíseos. La huida son Bonnie & Clyde cruzando estados a tiros a bordo de un coche robado y Telma y Louise acorraladas en el Gran Cañón en su Thunderbird descapotable. El cine señala las escapadas como momentos de romanticismo y ansias de hacerse invisible que suelen tener un detonante y una misión. En La huida, nuevo reality que estrenó Cero y difundió en abierto en YouTube, no hay detonante ni objetivo heroico para quince personas que intentan pasar 28 días en paradero desconocido, mientras «los mejores investigadores de España» juegan a buscarlos. El espectador acepta la licencia poética del guion, convencido de que los mejores investigadores de España estarán, confiemos, dedicados a asuntos de mayor enjundia. La huida se disfruta soslayando eso y contemplando cómo los aspirantes a fugitivos duermen en hoteles donde se registran con su DNI, corren dando gritos por las calles sin la menor discreción o parten al destierro con sus móviles, que aun apagados dejan rastro de su posición.

Algunos confiesan que su propósito es demostrar que España es un país inseguro donde resulta fácil burlar la vigilancia por más que tres millones de cámaras espíen en cada esquina. Lo más sencillo para los investigadores sería empezar por interrogar al cámara que los graba.