Está pasando, lo estás viendo

Beatriz Pallas ENCADENADOS

TELEVISIÓN

12 abr 2015 . Actualizado a las 09:32 h.

Igual que el universo medieval de Poniente se transforma ante nuestros ojos, el mundo de la televisión desbroza caminos para enamorar al público y desarmar a los hackers. Una ofensiva nueva se pone en marcha hoy para reconquistar al espectador que se ha entregado en brazos de la piratería con la gratuidad como primer argumento, pero también con el pretexto de saltarse el lapso temporal que separaba el estreno de las series en EE. UU. y su desembarco planetario.

Ese tiempo muerto se desvanece. Lo nuevo de Juego de tronos se estrena esta madrugada en 170 países a la vez. Es el triunfo de la inmediatez, el final del jetlag seriéfilo, un regalo que las cadenas de pago entregan al abonado que paga puntualmente su cuota. Si es posible pasarse una noche en vela para ver los Óscar, la Superbowl o los partidos de la NBA, ahora lo será trasnochar para oír a Arya recitar los nombres de sus enemigos. El mundo se hace más pequeño y ver ficción americana en vivo y en directo es ya un hecho para el que la sufraga.

Pero los números ponen de relieve las fugas del sistema. Cuando series icónicas como Juego de tronos o Homeland llegan a las televisiones en abierto meses o incluso años después de su estreno, sus audiencias son tan exiguas que acaban relegadas en canales secundarios para minorías.