Buenafuente, nacido para ser un cómico de talento

Miguel Anxo Fernández

TELEVISIÓN

25 oct 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Una visual al currículo de Andreu Buenafuente Moreno confirma que lo suyo con el humor ni es de ayer ni de anteayer. Con 24 años ya era un crac de la radio en su espacio El Terrat (Ser Catalunya), y así acabaría llamando a su productora, que ahora está entre los socios de La Sexta, la misma que deberá acabar fusionada con Antena 3. Fue en esa privada en donde dio la estocada en el late night al que fue su jefe a comienzos de los noventa en TV3, Javier Sardá, y sus Crónicas marcianas en Telecinco. Irrumpió el de Reus con Buenafuente y una clara vocación de ceniciento, para marcar distancias con el desmadrado (y desmandado) circo en que había derivado el durante años imbatible formato apadrinado por Endemol. Lo hizo regresando al formato tópico: mesa para él, sofá para el invitado, música en vivo, participación del público, algunos colaboradores y humor fresco, sin renunciar a ser inteligente y chisposo.

Pero sobre todo, Buenafuente enganchó desde el primer momento con brillantes monólogos para reivindicarse en la línea sucesoria de los grandes del género en la televisión norteamericana. En el camino también trituró a Eva Hache, que intentaba lo propio en Cuatro.

Y en esto llegó La Sexta y el bolsillo lo obligó a refugiarse en ella con todos sus pertrechos. Como era previsible, aún manteniendo a sus seguidores fieles, la audiencia ya no fue la misma pese a estar entre los recursos más sólidos de una cadena resignada a ser engullida. Cuando eso ocurra, Buenafuente se confirmará cómico sobrado de talento, adscrito al buen rollo. En la tele de ahora, eso es un bien escaso.