El encanto de lo incorrecto

La Voz

TELEVISIÓN

19 mar 2006 . Actualizado a las 06:00 h.

ME GUSTA House . Hugh Laurie es el típico actor británico de primer orden que nosotros, vecinos de las últimas colonias del imperio, conocemos en forma de excelente actor secundario en producciones famosas. Por ejemplo, estaba en Los amigos de Peter, uno de los ladrones tontos de 101 dálmatas o el marido espantado de una mujer horrible en Sentido y sensibilidad. Por supuesto, nunca me había fijado en él, me deslumbraba el dulce Alan Rickman haciendo de entregado coronel a los pies de Kate Winslet. Pero de repente, una serie norteamericana nos lo trae en todo su esplendor. Es tan malo este House que mi madre hace suyo el papel de espectadora y le insulta con frases del estilo «este tío es idiota». A mí lo que me molesta de House no es su bordería, sino que todos los episodios sean iguales, pero iguales de verdad. No recuerdo haber visto una serie con un patrón tan inalterable. Compruébenlo este martes: llega un enfermo con un caso raro, el equipo de House lo investiga y da con una solución, que aplican y sale fatal; el enfermo se muere sin remisión; House oye algo en otro caso que le da una pista y ¡tachán! salva in extremis al moribundo. El único margen a la imaginación es incluir o no asalto a la casa del interfecto durante las investigaciones. En donde se ve cierta grandeza de los guionistas es en el trabajo de House en la clínica. Llega, mira a un enfermo y masculla: «Su mujer lo engaña». En medio minuto da una explicación tan sorprendente como creíble y entonces sí justifica que House sea como Holmes (Sherlock) y Wilson el oncólogo como Watson el elemental.